Capítulo 9

368 50 9
                                    

Con mis dedos entrelazados pegados a mi barbilla y mi pierna derecha moviéndose con impaciencia observo a un Brad que después de dos horas, sigue inconsciente.

Ambos estamos en un puesto sanitario, uno móvil para ser específica, esos que son como un pequeño camper pero completamente equipado para emergencias.

Suerte que el hospital lo compró antes de todo esto.

Sigo mirando a mi compañero, Y mientras lo hago, recuerdo el momento en que, como si de un saco de papas se tratara, él se desvaneció en mis brazos, manchando de su sangre mis manos y la mitad de mi ropa, con la que aun, sigo vestida.

—¿Por qué no despierta? —Pregunta Emily, recordándome que está aquí.

Lentamente me giro, ella tiene sus manos sobre su rostro, fregándose los ojos algo nerviosa.

—El doctor dijo que le administró una gran dosis de anestesia, despertará pronto... —Explico algo que, obviamente, ella sabe.

—¿Crees que Max está bien? —Ella hace otra pregunta, haciendo que piense en aquello que he estado evitando, y eso es, que hay una gran posibilidad de que Max este muerto.

Y es que no saberlo, me causa una de las peores sensaciones que he sentido en mi vida, es una extraña mezcla entre impotencia, angustia, rabia y miedo, como un huracán de emociones ocurriendo al mismo tiempo.

Quisiera nunca haber sugerido usar esa maldita tabla.

Porque solo pensar en que todo lo que está sucediendo es por mi culpa, hace que quiera rendirme, tomar un arma, ponerla en mi cabeza y disparar.

Si, el remordimiento es un asco.

Un sonido extraño entra en mis oídos, y al volver a la realidad, lo veo, abriendo esos especiales ojos marrones y sonriéndome mientras me muestra su perfecta dentadura.

—Brad... —Le digo en voz baja, arrastrando mi silla para estar más cerca y tomando delicadamente su mano.

—¿Qué hay Pitufina? —Saluda él y en ese instante, sonrío de oreja a ojera, simplemente no puedo evitarlo, escucharlo decirme ese apodo, me lleva a una de las mejores etapas de mi vida.

—No me decías así desde que...

—¿Terminamos? —El termina mi frase. —Cre, creí que era un buen momento par, para decirlo —Añade con la voz entrecortada.

—Definitivamente lo es... —Lanzo una pequeña risita e involuntariamente, lo abrazo tratando de hacerle el menor daño posible.

—Brad —Emily se mete en la conversación al acercarse. —¿Podrías decirnos que pasó?

El, de manera débil, asiente con la cabeza, mientras nosotras, nos sentamos dispuestas a escuchar lo que ocurrió.

Narra Max:

He gateado por más de un minuto desde que elegí mi camino, y sé que es poco tiempo, pero juzgando el tamaño del hospital y el recorrido que hice ya debería haber llegado a algún rincón sin salida o a alguna bajada, pero, no es así.

Lanzo un suspiro, la voz de Charles no ha vuelto a oírse en mi cabeza, y no tengo muy en claro si eso es bueno o malo.

Continúo avanzando, y es en ese preciso instante, que un sonido entra en mis oídos, similar al crujido que escuchamos con Brad hace un par de minutos.

Pero esta vez, y sin siquiera darme un segundo para pensar en como actuar, el ducto se desploma contra el suelo, el ruido que hace, la fuerza con la que cayó, acaban de aturdirme.

Inferno © [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora