Capítulo 36

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Narra Megan:

Brad finalmente termina de hablar. Estoy sorprendida, en verdad lo estoy, simplemente no puedo creer lo que pasó en el pueblo durante ese fin de semana que nos fuimos, es extraño, porque, al igual que nosotros, Brad jamás nos comentó nada sobre esto.

Supongo que él también hizo una promesa.

Una media sonrisa se dibuja en mi rostro cuando él saborea el último trago que queda en la botella, ambos hemos tomado, y debo confesar que si en este momento alguien me hace pararme en un pie, voy a caer al suelo como un costal de verduras.

Brad lanza una carcajada, son casi las cinco de la mañana, y no parece que lo que le conté lo hubiera afectado demasiado.

Lo veo acostarse sobre la cama, justo al mismo tiempo que su sonrisa desaparece. Lo imito con lentitud y luego apoyo mi cabeza sobre su hombro.

Pestañeo durante un segundo, y todo comienza a dar vueltas.

—L-lame-lamento no habértelo contando antes —Musito con dificultad, por Dios, en verdad estoy borracha.

Y es en ese instante que su mano toma la mía, la presiona con suavidad, lo que me provoca un cosquilleo en todo el cuerpo.

Me volteo hasta poder mirarlo a la cara, él hace lo mismo, y nuestras miradas conectan por completo, mis retinas reproducen su sonrisa, esa mágica sonrisa perfecta acompañada por esos ojos oscuros tan misteriosos y atractivos.

Por un momento sonríe, mira mi boca, logro notarlo, y al siguiente instante, se acerca a mí. Trago saliva aun viendo su rostro aproximándose hacia el mío. Finalmente cierro los ojos y me dejo llevar.

Nuestros labios chocan, y al igual que como lo hacía antes, su boca intenta apoderarse de la mía, Brad acerca ahora su cuerpo y me acaricia la cintura con lentitud.

Muerde mi labio, llevándome a esa noche en su cuarto, la noche que lo hicimos por primera vez en pareja, la noche que llevó a nuestro equipo a la victoria, la misma en la que me defendió y en la que le dije que lo amaba.

Me levanto de mi lugar y me poso sobre sus piernas, él también se levanta y continúa besándome, lanzo un suspiro y empiezo a quitarle la camiseta, después, la lanzo a un rincón de la habitación y él vuelve a recostarse.

Mis manos se deslizan sobre su piel morena y abdominales, él ríe de nuevo. Recorre mi torso y levanta mi blusa blanca hasta que me la quita.

Seguimos besándonos, y tengo que admitirlo, Brad es la persona que mejor me ha besado en mi vida. Sus movimientos son lentos, su lengua juega con la mía y de un segundo a otro, se pone intenso, apoderándose de todo mi cuerpo con solamente sus labios.

Es el besador perfecto, y sé que lo sabe, por eso es tan confiado en ello. Me pongo de pie durante un momento para quitarle el pantalón y quitarme el mío.

Vuelvo a sentarme sobre él y se queda quieto, inmóvil, mirándome.

Una sonrisa se forma en su rostro, suspirando extrañamente.

Se sienta, dejando su cara muy cerca de la mía.

Siento su respiración con olor a alcohol, y por alguna razón, me parece demasiado atractivo.

Su mano me acomoda un mechón de cabello detrás de mí oreja, me mira otra vez así, con esa cara de bobo.

Una cara de bobo demasiado tierna.

—Eres perfecta Pitufina... —Y al oír eso, muestro una sonrisa picarona.

Poso mi mano sobre su pecho y entonces, lo empujo contra la cama.

Inferno © [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora