—¡No, gracias!—le contesto—. ¡Estoy buscando a mi amiga!
—¿Tu amiga, la rubia alta?—me dice acercándose a mi oído y percibo su perfume. Mierda, es riquísimo. Fresco y ligeramente dulce. Noto un toque almendrado. No se parece al que usa Jefferson cual me sugiere constantemente a cuero y tabaco.
—¿La has visto?—le pregunto.
—Sí. Está arriba. Me sugirió que te venga a ver.
Ay, no.
¡Sophia fue a buscar a Ken pero está tan ebria que me envió al equivocado!
—¡Debo ir a buscarla! ¡Permiso!—le digo intentando pasarlo.
—Aguarda—me dice—. Está interactuando con mis amigos. ¿Por qué no conversamos un rato?
¿Es que Jefferson se encuentra intentando ligar con MI MEJOR AMIGA? No, mierda, no. Aunque a So le gustan los tres hombres que han llegado, no sé si sería muy sensato...
Ay.
Mi cabeza me duele cuando me doy cuenta de algo.
¿Quería un escándalo en que Jefferson estuviese involucrado con una alumna de las residencias del hospital? Lo tengo, aparentemente. Pero NO QUIERO que mi mejor amiga quede implicada en eso. Beatrice sería mucho más conveniente, ¡Sophia definitivamente no!
De todas formas, ella subió. No debería llevármela tan rápido...
—¡Bi...en!—le digo—. ¡Conversemos!
—¡¿Y si mejor vamos a un lugar más tranquilo?!
—¡¿Cómo qué?!
—Tengo mi auto afue...
—Oh, no, lo siento. Pero si quieres llevarme a un lugar más tranquilo, puede ser allá arriba con tus amigotes y mi compañera.
Cada tanto mis neuronas hacen sinapsis y se me ocurre una buena idea.
—Bien, subamos—dice él luego de estudiarme con la mirada.
Se dirige hasta la escalera y me deja subir primera. Mientras lo hago, noto de refilón que me está observando el trasero, jodido cerdo.
La zona VIP consta de un montón de juegos de living en una especie de cabina ovalada cuyos vidrios sí dejan ver a la perfección lo que hay más allá. Hay algunas personas sentadas, otros conversan, hay quienes forman sus propios grupos.
Andamos hasta que los veo. Ken conversa animadamente con Sophia pero Jefferson está al otro lado, en una especie de balcones semiabiertos, fumando un cigarrillo. ¿FUMA? Dios.
Acto seguido tomamos asiento en un juego de sillones contiguo.
—Entonces, ¿te llamas Natalie?
Lo miro como si me hubiese desnudado.
—¿Cómo lo sabes?—le digo alejándome de él.
—Te he estado observando toda la noche.
—Bien pero no tengo un cartel en la frente que dice mi nombre. ¿Jefferson te lo dijo?
—¡Ah! ¿Conoces a mi amigo?
—Ejem....quizá.
—¿Y por qué debería de habérmelo dicho?
—Es mi...jefe de residencias en el hospital.
—¡Ah!—algo en su gesto parece que decae—. Y tienen... una relación ¿muy estrecha?
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+18 Los Juegos del Jefe
RomanceObstinado con dañar física y compulsivamente a las personas. ¿Cuál es tu precio?