ADVERTENCIA DE CONTENIDO ADULTO
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Nick me lleva contra el escritorio al otro lado del despacho besándome con frenesí. Me entrego a sus brazos que rebuscan quitarme la blusa con urgencia.
Mis glúteos empujan algunos de sus papeles y los arroja al suelo sin separar su boca de la mía. Hago lo propio ayudándole a tirar al suelo todas sus cosas. Por suerte, no hay ninguna computadora. Nick me sostiene por la espalda y me deja caer sobre su escritorio.
—Tranquila, nena. No te haré daño—dice.
Frunzo el entrecejo; por algún motivo lo quiero a él ahora.
—Sólo será un momento. Me tienes con ganas desde tu primer mensaje por la mañana—declara.
—¿Qué vas a hacer?
—Agárrate de los bordes.
Jefferson se da la vuelta y obedezco. Se dirige hasta una cajonera y saca algo.
—Cierra los ojos—me ordena.
Y lo hago.
De pronto el frío cae sobre mi cuello y mis brazos flaquean.
—No mires—sentencia.
—No...lo estoy...
Es precavido; siento una venda rodeándome el rostro. Me cubre los ojos y se asegura de que no pueda ver nada. Sólo un poco de tela gris. Mierda. Es su corbata. La que llevó a mi casa.
—¿Soy digno de tu confianza?—insiste, abriendo mi blusa sin romperla y dejando mi pecho al aire libre al igual que mi abdomen.
Pues, ahora mismo me tiene cegada, desnuda, arriba de su escritorio y estamos a kilómetros de la civilización.
—No—le contesto.
Él suspira y me quita de un sacudón los pantalones. Arroja mis zapatillas lejos y me deja en ropa interior. Esta vez he procurado ponerme algo bonito y lo nota ya que le escucho emitir una risa ronca.
Acto seguido sus dedos acarician el interior de mis bragas y de a poco me las va quitando hasta deshacerse de ellas.
El gel frío que cayó antes a mi cuello esta vez se desliza por mi pubis pero impacta pronto con el calor de los dedos de Nick. Me acarician hasta llegar a mi sexo donde presiona con suavidad.
—¿Qué piensas de mí?—pregunta, sorprendiéndome.
—Que... Que eres... Una mala persona.
Y su suavidad se convierte en rudeza contra mis piernas, presionando aun más duro y mi espalda se arquea.
—¿Lo sigo siendo?
—Lo sigues siendo—respondo.
Y algo ingresa por mi entrepierna lentamente, vibrando y provocándome grandes estremecimientos que se sienten...extraños. No mal, ni mejor de lo que podría pero es una sensación que no había sentido antes.
De a poco me voy adaptando y se vuelve placentero pero doloroso cuanto más entra.
Dejo escapar un gimoteo y la voz de Nick me llega ronca y perversa:
—¿Qué quieres, nena?
—A... A...
—¿Sí?
—A ti...
Entones retira la corbata de mis ojos y me lo encuentro. Es un maldito adonis musculado con tatuajes que le sientan de maravilla, su cabello rubio despeinado y los ojos azules oscurecidos como la noche.
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+18 Los Juegos del Jefe
RomanceObstinado con dañar física y compulsivamente a las personas. ¿Cuál es tu precio?