Te das cuenta de que estás sola cuando te has confrontado con la muerte. Cuando la vida te ha dado de puñetazos tan fuertes que necesitas sensaciones aún más fuertes capaces de conmover algo en tu vida que permanecer un poco autómata, anestesiada.
El problema es que tantos golpes te dejan tan lastimada que poco a poco, la vida va perdiendo el sentido para ti. Un rumbo preciso. Te desorientas, buscas un signo, buscas algo que seguir, pero te das cuenta demasiado tarde que esas elecciones han sido signadas por los golpes anteriores, porque el destino te ha dado porrazos contra una pared.
No es lo mismo cuando te toca tomarle la mano a esa persona tan importante para ti. No es lo mismo cuando notas que está abandonando lo poco de vida que le queda.
Notas que tú no pudiste hacer nada por solucionarlo.
Muchos miran hacia atrás ante un presente tormentoso, en busca un pasado que fue mejor.
Pero si ese pasado sólo te muestra hambre, miseria, calle... El llanto de tu madre. El último respiro de tu padre. Las oportunidades que se terminan para tu familia. Un servicio de salud deficiente, un hueco en el estómago destructivo, las cubetas de basura como una mina de oro donde encontrar cartón o botellas... ¿Qué me queda a mí buscar del pasado si fue aún peor de lo que es el presente? ¿De qué me serviría dar marcha atrás en la desolación? ¿Cuánto tiempo queda para que todo colapse de una vez por todas?
Si de algo puedo estar segura es que tras pésimas decisiones y nulas oportunidades, cada cosa que haga serán manotazos de ahogado por necesitar salir de una existencia que te hunde muy hondo...
Que tenía que hablar. Eso me decías, voz de mi conciencia. Creía que me haría sentir un poco más aliviada, quizá en algo más orientada, o distinta. Cuando en verdad, todo fue una puta verdad expuesta que me arrojó en busca de lo más tormentoso que me tocó encontrar en mi vida.
Quizá no pueda solucionar el pasado que me tocó, pero eso no quita que aún esté a tiempo de solucionar algo. Aún cuando no sé quién dice la verdad y quién es realmente peligroso.
Aún cuando los engaños hayan estado obligándome a caminar con los ojos vendados por un puente que se tambalea.
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Puede que esta ducha, en un lugar tan lujoso y cómo como éste, sea la última. Salgo aún afirmándome del amoblado alrededor y ando cojeando hasta el mueble de la habitación donde guardo mis pertenencias. Demoro en guardas las cosas, no me ocupo de que vayan arrugadas, y arrastro mi maleta cargando la extraña sensación de que en cualquier momento Nick pueda aparecerse para detenerme, para pedirme que no me marche.
Pero su ausencia demuestra que en verdad está preocupado por mí: si está cerca, me hará daño.
Y yo a él.
Esto no puede seguir. No más.
Ambos hemos tocado fondo.
No más juegos.
No más jefe.
Ni doctor.
Ni hackers.
Se terminó.
Al carajo las reglas. Al carajo todo.
Gracias Nick por haberme enseñado que a veces, está bueno mandar todo a la mierda y hacer lo que uno realmente considera necesario.
—¿Segura de que lo me dice, señorita Hale?
Malcolm parece cansado. Será mi último favor. Una vez que me haya ido, todos aquí podrán descansar y seguir con sus vidas en paz.
Hay vidas que no se deberían cruzar jamás.
—Necesito distanciarme de esto cuanto antes. Tú has sido muy bueno conmigo...
Intento dedicarle una sonrisa forzada.
Apenas está amaneciendo.
Malcolm da un paso adelante. Su gesto inmutable siempre me resultó indescifrable y agalmático.
Entonces se quita las gafas oscuras y descubro sus ojos grises.
Es enorme. Muy grande.
Tiene el cabello rapado, apenas más largo en la parte superior. Su mandíbula cuadrada es enorme y de pronto, noto sus hoyuelos marcarse cuando me dedica una sonrisa genuina.
—Ya está. Se ha terminado y no me interesa sostener un estilo de vida que no tiene que ver conmigo—le explico.
Acto seguido él se inclina un poco y busca mis ojos.
—Lamento oír esa noticia, señorita Hale—declara—, pero sepa que pase lo que pase, cuenta con mi protección y con lo que necesite. Eso no lo ponga en duda, jamás.
Le miro a los ojos y no me puedo desprender de ellos.
Además se ha acercado...demasiado.
—Gracias, Malcolm—le digo y giro la cabeza.
No quisiera que se confunda.
—Bien—él retrocede y se coloca las gafas oscuras.
Acto seguido me abre la puerta del auto en la parte de atrás y me meto aún sintiéndome incómoda por el gesto que ha tenido hacia mí.
Se ha acercado...demasiado.
Y se ha quitado las gafas oscuras por primera vez.
Bastó decirle que lo mío con Nick ha terminado para que se corra de su lugar profesional...
...¿qué carajos acaba de suceder?
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