008 | #CUERPOS

234K 13.1K 2.6K
                                    

Faltan veinte minutos para las cinco y necesito huir hasta mi casa para dormir cuarenta horas seguidas. Ha sido un día agotador al extremo, no recuerdo que hayan entrado tantas urgencias y habernos derivado tantos turnos en una misma jornada de trabajo.

Lo peor es que me queda por cumplir la parte más tediosa y es que debo hacer horas extras bajo el mando del insufrible Señor Dictador Jefferson.

—Vete, yo te cubro.

Sophia me cruza en un pasillo.

—Queda poco—le digo. Ella está tan exhausta como yo, no puedo pedirle que se multiplique.

—Recién termino con la última paciente. He visto que a ti te quedan tres. Puedo hacerlo, no te preocupes.

—Oh, ¿lo dices en serio?

Quizá no estoy tan acostumbrada a que la gente haga cosas por mí, por fuera de lo que implica el servicio de computadoras.

—Sí. Y créeme que no lo hago en absoluto para limpiar mi conciencia de esos quinientos billetes.

—Oh, Sophia, eso fue desinteresado...

—Olvida, no dije eso. Pero ve. Además, esa noche no necesité pagar un centavo.

—¿Eh?

—Me reintegraron el dinero de las copas.

—¿A qué te refieres?—la miro figurándome una idea de lo que puede estar insinuando.

—Creo que necesito visitar al oftalmólogo más seguido.

—Ay, Sophia, no puede...Mierda.

No sirven las advertencias injustificadas que pueda aportarle a mi amiga sobre Ken. Dar argumentos de que es un idiota implicaría darle a conocer que lo he estado hackeando y ese costado de mí es algo que ni ella conoce. Sólo GiveMeTheDrugsBabe y WhoIsTheSamurai, el motivo es que no nos conocemos personalmente. Ni siquiera les sé el género.

Faltando diez minutos para las cinco, me quito el uniforme de la guardia e ingreso a la planta baja, donde yace el laboratorio. Más abajo está la morgue. No sé porqué siempre los mandan lo más hondo que se pueda en una estructura hospitalaria.

Según las planillas, a esta hora el lugar está reservado para Jefferson. Me pongo la chaqueta celeste que corresponde al lugar, antiparras, me recojo el cabello, coloco guantes y abro la portezuela de vidrio. No muchas veces he estado aquí pero sea lo que sea que Jefferson esté preparando, espero que no implique algún líquido superespecial para su interesante empresa de limpieza.

En uno de los escritorios veo que hay cajoneras. Deben tener información privada de él. Apenas la idea se me figura en la cabeza, corro como un rayo hacia los tentadores cajones.

—¿Disculpa?

La voz me toma por sorpresa y tropiezo antes de llegar a las carpetas apoyadas sobre la tabla.

—¿Qué haces aquí?

Me vuelvo y me encuentro con un chico de cabello negro, tez bronceada y ojos que supongo, también son oscuros aunque me toca verle detrás de un grueso par de antiparras.

—Eh... ¡hola!—le digo y miro la placa en la parte superior derecha de su chaqueta del mismo color que la mía—. Serge, ¿no?

—Sí. ¿Tú quien eres?

—Yo... soy Nat. Natalie Hale pero dime Nat. Empezaré en este sitio—le señalo lo obvio.

—¿Tareas administrativas? Ibas a la parte más aburrida del lugar.

+18 Los Juegos del JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora