091 | #SECRETOS

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En la vida me ha tocado pasar por cosas humillantes, pero ¡¿esto?!

¿Qué opinaría Nick si su guardaespaldas, el agente en quien más confía en el mundo, se ha ensañado en querer observar a su ex, la chica con la que hizo el amor la noche anterior, dándose una ducha?

—Cierre la cortina si quiere—señala—. Puede quitarse la ropa al otro lado. Yo vigilaré que se mantenga lejos del ventilete.

Santo cielo, ¿en serio?

Camino hasta el baño y me encuentro con que es un cubículo con mosaicos, del mismo tamaño que el mío en la caja de zapatos donde he vivido en los últimos meses. Hay una toalla colgando, la cortina alcanza a cubrir toda la ducha y la ventana se encuentra encima de la ducha pero es más alta que el final de la cortina, por lo que, si quiero irme, necesariamente me vería.

El punto que me preocupa es que la cortina del baño es blanca. Sólo espero que no llegue a traslucirse...

Largo el agua caliente y espero un momento hasta que toma la temperatura que deseo. Me quito la camiseta mientras Malcolm está de brazos cruzados, cubriendo el umbral de la puerta. Cuando empiezo a desnudarme, él mira al suelo, un poco incómodo. Debería haberme desvestido antes de largar el agua caliente para valerme de que la cortina me cubra, sin embargo, el agua al comienzo saldría demasiado fría lo cual haría que la inflamación en mi herida duela aún más.

Me quedo en ropa interior y me meto a la ducha. Arrojo estas prendas un momento después y noto que Malcolm sigue observando a un costado. Cada tanto le dirijo un vistazo de refilón y noto que sus ojos están clavados en la ventilación por encima de la ducha. Podría escalarlo e intentar irme, pero eso fuese si mi madre no hubiera contestado la llamada. En ese caso, estaría aún más enloquecida y tuviera que elegir entre la vida de los hijos de mi secuestrador o la de mi familia...creo que la decisión es obvia.

Me apena tener que volver a mi viejo jabón y champú. Era mucho más cremoso y delicioso el que había en casa de Jefferson pero todos los lujos materiales eran a cambio de pagar con el sentido común de cualquier persona medianamente cuerda.

Cuando me enjabono, observo los moretones. Cada uno. Nick me los ha provocado y por muy extraño que parezca, no lo recuerdo con odio sino con una mezcla de excitación y culpa. Tengo uno en la curva del hombro, otro par en mis brazos y uno con un poco de inflamación en mi pubis. Es el que más duele, considerando que Nick me penetró sin piedad, golpeando con fuerza su cuerpo y el mío. En mi espalda he de tener otros, lo podría corroborar de tener un espejo a cuerpo completo. Hasta que noto un corte en la rodilla izquierda. Ese definitivamente ha de haber sido del momento en que Malcolm me derribó al suelo terroso.

Una vez lista, cierro el agua y me seco cobijada en el lado de la ducha que me conviene. Es extraño sentir los ojos de Malcolm todo el tiempo, aunque algo me dice que en verdad sigue protegiéndome, más que corroborar que ésta loca se escape por una ventana diminuta (aunque ajustada al radio de mi cuerpo) en el intento de darse una ducha.

Me coloco un corpiño que Malcolm trajo de mi casa y una blusa. Me coloco las bragas limpias y luego, me envuelvo en la toalla de la cintura hacia abajo para salir a continuación.

—¿Qué hace?—me pregunta—. Póngase un pantalón.

—Me hiciste un corte—le digo señalándome la rodilla cuya costra se ha enrojecido—. Debo desinfectarlo.

—¿Ahora?

—Primero me cepillaré los dientes. ¿Serías tan amable de pasarme mi cepillo y la pasta?

Él suspira.

A continuación hace lo que le he pedido y me lo alcanza. Tras terminar, me señala que vaya hasta la puerta que aun no ha sido abierta.

+18 Los Juegos del JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora