—Nat, cálmate...
Mis ojos están henchidos de tanto llorar. Quiero destrozar ahora mismo todo el laboratorio en lugar de estarle dando puñetazos al escritorio de Jefferson como si fuese la causa de todos mis males.
—Se va a morir, mi mamá se está yendo, se va a morir—mi voz es un alarido ahogado de dolor y sufrimiento. Mi mamá. No sé cuánto tiempo le queda pero la perderé y no estaré ahí para despedirla de este mundo. Ni para cuidarla al menos un día.
—No, Nat, no se va a morir—Sophia está en cuclillas junto a la silla donde estoy sentada. Me frota una mano por la espalda como si eso tuviese el poder de tapar el agujero cargado de angustia que me ha atravesado el cuerpo de hito en hito.
—Ella... Está muy enferma...—le digo—. Quiere ir de vacaciones a Venecia. Quiere que la lleve como un último deseo. Ni siquiera sé si pueda subirse a un avión. Está herida. El tumor ha invadido una enorme zona de su sistema nervioso... No queda mucho tiempo.
—Santo cielo, Nat—la voz de mi mejor amiga filtra la angustia con la que mi llanto ahora mismo es un caos desatado mientras mis ojos están clavados en la cajonera al otro lado del escritorio.
Tras de mí, puedo sentir los pasos nerviosos de Nicholas Jefferson yendo de un lado a otro. Tanto tiempo estuve deseando juntar el dinero para poder ir a visitar a mamá y ahora que lo tengo, no puedo porque en este preciso instante he puesto en peligro cada aspecto valioso en la vida de las personas que tienen algún tipo de significado especial para mí.
—Es mi culpa—la voz de Nick se oye ahogada, lo noto angustiado aunque sin llanto. Él no sabe lo que es tener a una madre en este estado, él no se hace una puta idea de lo que implica estar perdiendo a tu mamá y no poder hacer absolutamente nada para poder evitarlo—. Yo... Yo nos metí y en esto y debería...solucionarlo... Pero no puedo... Él... El puto hacker... Te quiere a ti, Nat... Y no voy a permitir que...te haga daño... Ni a ti ni a nadie más.
Si bien Sophia le está arrojando miradas asesinas, trata de recobrar la compostura y se pone de pie, decidida a tomar el toro por las astas.
—A ver si nos dejamos de lamentos y nos detenemos a pensar un momento en lo que está pasando. Mientras lloriqueamos aquí por lo que nunca pudo ser, allá afuera hay un enfermo difundiendo los gemidos de mi mejor amiga mientras tiene intimidad consentida con un hombre que ella elige—noto que evade a Nick con la mirada pero es obvio que sabemos que él es de quién So se encuentra hablando—. Y si mal no he entendido, la cuestión se trata aquí de que mi amiga tiene mucho más que un pasatiempo con las máquinas. Resulta que es una jodida hacker que se ha metido con alguien que no debía y ese alguien es un sujeto anónimo de Internet que anda difundiendo material que perjudicaría el futuro profesional de ustedes dos. ¿Es así?
—Sí—articulo entre gimoteos y me doy la vuelta para encontrármelos. Nick está pálido, mirando con completo horror a Sophia. Resulta aún más impactante cuando escuchas de otro que el mundo entero sabe que hemos compartido mucho más que un consultorio.
—Y aún me quedan un montón de datos por cerrar pero prefiero dejarlo ahí hasta el momento porque ya va siendo demasiada información que procesar para un solo día. Mi gran interrogante ahora mismo es ¿cómo carajos se supone que ese hijo de puta se ande filtrando en sus máquinas sin que lo sepan?
—Es un experto—le explico—. Conoce demasiado al respecto, he intentado cazarlo por mi cuenta y me ha terminado atrapando a mí. Ahora está...furioso. Y se divierte con ello. Se divierte haciéndome padecer las consecuencias de que alguien como ese jodido virus informático, ya que no sé si es hombre, mujer o qué carajos, haya podido acceder a lo más privado de lo más privado en mi navegación por Internet y a cualquier uso en general que le dé a un dispositivo informático. Todos corren peligro estando cerca de mí, ahora.
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+18 Los Juegos del Jefe
RomanceObstinado con dañar física y compulsivamente a las personas. ¿Cuál es tu precio?