Acercarme al casco en la caja sobre la mesa, podría equivaler a subir hasta el sexto piso del edificio de Nick y saltar por la ventana.
Un pequeño acercamiento a la verdad podría implicar el mayor de los desastres. Las opciones, una a una, se fueron recortando de mi disponibilidad en el mapa de lo posible. Nick ya no está. Yo me fui. Porque él me abandonó en cuanto decidió hacerme daño, pese a que se lo pedí. Creí que podía protegerme pero no era cierto.
Las cosas deberían haber seguido un curso sensato, enamorarme de un hombre que me convenga, alguien como Serge quizás, pero no, tuve que fijarme en Nick. Y las cosas podrían haber ido muchísimo mejor, de no haber sido que un imbécil se cruzó en el camino para declarar una guerra que sólo va dejando consecuencias detestables y muchísimo miedo.
Aún pienso en su sonrisa. En esos ojos azules que nunca volverán a mirarme del mismo modo. En sus manos firmes. En su semblante enigmático, imposible de descifrar.
Sus secretos.
Sus mentiras.
Sus juegos.
Su perversión.
Mi destrucción.
¿Se puede extrañar a alguien que te hizo tanto daño? A un hombre que no terminaste de conocer, pero que él si sabe de ti hasta el último detalle. ¿Me extrañará cuando ya no esté a su lado? ¿Querrá volver a verme por la mañana? ¿Compartir conmigo la cama o cualquier de sus espacios de interés íntimo, personal?
Desconfié de él, sin embargo, debía descartarlo en tanto opción. Es el lado oscuro de la luna.
Una oscuridad en la que apenas pude adentrarme y darme cuenta el horror que hay dentro. Lo que no sé es si en verdad no querría volver jamás. Volver a él aunque salga dañada en el intento. Es justamente aquello contra lo que no he podido cortar en este último tiempo.
"Tú también me caes mal".
Él sabía que nunca lo soporté, aún cuando me tomó en sus manos por primera vez y nos besamos como dos personas sedientas y cada uno tuviese la última gota de agua.
"¡Nat, vuelve!"
Lo siento, Nick.
"No te vayas, por favor..."
Debo hacerlo. Asumí el compromiso de descubrir y detener a quien andaba tras todo esto.
"No te marches, Nat. Si quieres ignórame a mí."
Tomo el casco. Lo enciendo. La voz de Nick me sigue atormentando.
"No volveré a hablarte, no te saludaré en las mañanas, pero...te pido que no me abandones..."
Con lágrimas en los ojos me pongo finalmente el casco, encendido, mientras los ojos de Malcolm están clavados en mi espalda ante cualquier emergencia o acto fuera de quicio que intente cometer.
Pero no se hace la más mínima idea de lo que está a punto de ocurrir.
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+18 Los Juegos del Jefe
Storie d'amoreObstinado con dañar física y compulsivamente a las personas. ¿Cuál es tu precio?