064 | #REGALO

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No puedo preguntar.

Es todo lo que dirá.

Nada más.

No puedo decir una sola palabra más.

Él tampoco.

—Es tarde. Debemos ir a dormir. Y nos reuniremos con nuestros abogados mañana a las seis de la mañana.

Nick se pone de pie.

No. No. NO PUEDES DEJARME ASÍ.

Parpadeo tratando de procesar toda la información. ¿Cómo que abogados? ¿Nuestros? ¿Por qué a las seis? ¿Cómo que debemos reunirnos? ¿Cómo que Anabel es su madre?

—Ve a dormir, te veo en unas horas—dice Nick y me deja un beso casto en los labios antes de irse a dormir.




No he podido pegar un ojo en las pocas horas que tenía para dormir. Cuando el reloj suena, aún es de noche y son apenas las cinco de la madrugada. Malcolm me espera para salir. Debo ir a mi viejo apartamento para buscar documentación que el abogado requerirá ante cualquier demanda en mi contra, no obstante todas las cartas se están jugando en perjuicio de Nick. Sólo espero que esto se termine rápido, irme de vacaciones con mamá y mi hermana, cenar pasta italiana, viajar en botes y verme con Nick en alguna escapadita nocturna.

No he puesto al tanto a Anabel de que me levantaría antes el día de hoy, ni siquiera he hablado directamente con Nick. Sólo le envié un mensaje a Malcolm, aunque seguramente que por esos canales de feedback inmediatos que manera el señor Jefferson, llegó el mensaje de que a las cinco en punto debería tener mi desayuno en la mesa.

Anabel apaga la cafetera en cuanto me ve aparecer por la cocina. Su rostro siempre está sonriente pero no inspira alegría; por algún motivo hay algo que entristece sus facciones y creo saber por dónde viene el asunto.

—Buen día, señorita Hale—me dice.

Y quedo pasmada mirando sus rasgos, su cabello negro muy distinto al rubio de Nick, sus pómulos redondeados, las arruguitas en los ojos y la nariz recta que sí comparte con quien se supone, es su hijo. ¿Cómo es posible? ¿Cómo puede permitir que lleve un uniforme de empleada doméstica siendo fácilmente dueña de esta casa ya que su propio hijo lo es? ¿Qué secretos esconde este edificio que nunca termino de conocer, más allá de lo edilicio?

—Gra...gracias—le digo a Anabel cuando deja el café servido en la mesa. También deja un tazón con cereales sin azúcar y un sándwich que me recuerda que antes de venir a este lugar, nunca había tenido un desayuno tan consistente como los que aquí me ofrecen.

—Imaginaba que estaría cansada así que le preparé un café bien cargado para que le ayude soportar un largo día laboral—comenta Anabel y le respondo con una sonrisa:

—Me hará falta, de eso estoy segura. Y lamentablemente no será un día laboral, aunque pensándolo mejor, me vendrá bien adelantar el fin de semana desde hoy. Necesito alejarme por algún tiempo del hospital, me está consumiendo.

Anabel tuerce el gesto y le ofrezco la mitad de mi sándwich:

—Esto es mucho para mí, no suelo desayunar de un modo tan...fibroso.

—Oh, no, por favor—dice ella y se dirige hasta el refrigerador—. Disculpe, no sabía que prefería desayuno con menos fibra. Tengo aquí algo de fruta, gelatina y...

—No se preocupe, Anabel. En verdad es demasiada comida. Antes de venir acá, todo esto implicaba lo que comía en dos días completos. Podrá imaginar lo desacostumbrada que estoy a un servicio tan...generoso.

+18 Los Juegos del JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora