Capítulo 26

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(Punto de vista de Ana)

A la gente solían gustarle los sábados porque eran el primer día del fin de semana, no había que madrugar, tenías todo el tiempo del mundo para hacer lo que te diera la gana... Bueno, no siempre ni para todos, pero para la mayoría de la gente era así.

Para mí, mi primer sábado en la Academia no fue increíble por ser fin de semana o no tener que madrugar porque, de hecho, sí tuvimos que hacerlo. Y tampoco fue increíble por estar donde estaba, que también (quién me lo iba a decir unas semanas atrás...). Pero no. Mi primer sábado en la Academia fue increíble porque lo primero que hice al abrir los ojos fue encontrarme con una mirada ante la que hubiese sido imposible resistirse.

En mi primer sábado en la Academia lo primero que vi fueron los ojos verdes de Mimi, mirándome con toda la ternura y el amor que sólo ella era capaz de transmitir. Y si alguien me hubiera explicado un tiempo atrás que esto sucedería así, le hubiera tomado por loco o loca. Y a mí, que normalmente no me gustaban nada las sorpresas, nunca me había sabido tan bien que la vida me obligara a perder el control y dejarme llevar...

-Buenos días, Ana Banana. -Se le escapó una sonrisa y a mí otra con ella.

-Buenos días. -Le dije, notando como mi voz todavía no se había despertado.- ¿Cuánto rato llevas así?

-¿Así cómo?

-Pues así. -Hice un intento por estirar el brazo y señalarnos a la una y a la otra.- Mirándome.

-Pues no lo he cronometrado, la verdad. -Dijo en tono de broma.- Pero creo que bastante.

-¿No podías dormir? -Le pregunté.

-Al revés. He dormido mejor que nunca. -Y de nuevo esa sonrisa.- Tanto, que me he despertado antes de la música y nada más abrir los ojos he recordado por qué había dormido tan bien.

-¿Ah, sí? -Le pregunté yo haciéndome la tonta.- ¿Y por qué ha sido?

-Como si no lo supieras...

-No sé... Podría ser porque esta cama es muy cómoda. O porque estabas tan cansada que el sueño ha sido reparador. O porque estás muy feliz de estar aquí...

-Bueno, esa última razón es la de mayor peso de todas las que has dicho, sí. Todavía me alucina recordar dónde estoy cada vez que abro los ojos por las mañanas.

-Ah... Entonces es por eso, nada más. -Se lo dije medio afirmando, medio preguntando y su reacción fue echarse a reír.

Cómo le gustaba hacerme rabiar...

-¿Qué pasa? ¿Te hago gracia? -No entendía nada.

-La verdad es que sí. -Confirmó ella.- Ana, por Dios, es que cuando quieres eres más tonta...

-Oye, encima de que te estás riendo de mí, ahora también te metes conmigo... -Exageré un poco mi indignación, dándome la vuelta sobre mí misma en la cama y quedándome de espaldas a Mimi.

-Ah, muy bien, con que esas tenemos, ¿no? -Y acto seguido, sin darme tiempo a reaccionar de ninguna manera, empezó a hacerme cosquillas.- A mí no se me da la espalda así, ¡eh!

Mi intento por resistirme ante ella duró unos tres segundos y, cuando noté que mi nivel de risa ya podría llegar a despertar al resto de mis compañeros, me rendí y me di la vuelta.

-¡Vale, vale! ¡Para, Mimi, por favor! -Casi le rogaba susurrando... Era la persona con mayor sensibilidad a las cosquillas del mundo.- Ya está, ya te miro.

Ella alzó las manos mostrándome que me dejaba libre.

-No te pongas terca conmigo, Ana Banana, que para terca yo.

Lo bueno está por llegar || WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora