(Punto de vista de Ana)
La música me hizo incorporarme de golpe en la cama. Miré a mi alrededor desconcertada y tardé unos segundos en recordar dónde estaba. Una semana aquí y todavía no me había acostumbrado del todo...
Un dolor de cabeza me avisó enseguida de que este lunes iba a ser muy lunes, al menos hasta que consiguiera quitármelo. No podía permitirme estar así en la primera gala, pero para eso aún quedaban unas cuantas horas. Me estaba bien, en realidad, por rayarme tanto como lo hacía. ¿Cómo no me iba a doler la cabeza con el trabajo que le daba? Todo el día pensando, imaginando escenarios que nunca terminaban existiendo, complicándome la vida antes de verme en la situación de tener que hacerlo. Demasiada intensidad, Anita.
Tras unos cuantos bostezos y con un poco más de oxígeno en el cerebro, me froté los ojos e hice un barrido general por la habitación: camas vacías, camas ocupadas. Un poco de todo. No era la única a la que se le hacía cuesta arriba madrugar.
Mi instinto me hizo fijarme en la cama situada justo enfrente de la mía, pero su dueña ya no la ocupaba. Las sábanas arrugadas donde hacía probablemente sólo unos minutos había estado durmiendo, estaban ahora vacías. Qué madrugadora...
Decidí que no había excusas: si quería acabar bien el día tenía que empezarlo con actitud, y esta noche teníamos un acontecimiento que así lo requería: nuestra primera gala oficial. Y si alguien preguntara quién estaba muerta de miedo, aquí una servidora sería la primera en levantar la mano. Estaba muerta de miedo, sí. De ganas también, pero de miedo sin poder remediarlo.
Me puse las zapatillas y una chaqueta que tenía a los pies de la cama y salí de la habitación. Lo primero que hice, tras hacer pis, fue lavarme la cara con la esperanza de despejarme por fin.
El agua alivió ligeramente el embotamiento que tenía encima y, cuando alcé la cabeza para secarme la cara, me encontré con un par de ojos muy familiares a través del espejo. Esos mismos que causaban un efecto de lo más especial en mí. Esos ojos verdes.
-Buenos días, Ana Banana. -Su sonrisa hizo que se me olvidara por un momento lo mal que me encontraba.
-Buenos días. -Le dije mientras me secaba la cara.
-Tienes carita de cansada. Cualquiera diría que te acabas de despertar... -Su expresión era una mezcla de curiosidad y preocupación.
Coloqué la toalla en su sitio y me giré para mirarla.
-Creo que tanta intensidad emocional me está pasando factura. -Le dije.
En su cara se dibujó una mueca de resignación que me decía a gritos que me entendía y que no le gustaba nada verme así.
-Buenos días, Anita. ¿Se te han pegado las sábanas? -Ricky entró en escena.
-No, pero creo que no voy a tener mucha tolerancia hoy para bromas varias, así que vete avisando a Roi...
Se puso serio de repente y se acercó un poco más a nosotras, bajando la voz.
-Oye, ¿está todo bien? -Sabía que se refería a algo más allá de si estaba todo bien en general..
-Sí, Ricky, todo está bien. -Mimi se encargó de responder por las dos.
-¿Seguro? -Preguntó él, poniendo una mano sobre el hombro de cada una.
-Seguro. -Le dije yo esta vez sonriendo.
Él asintió, creyéndose sólo a medias lo que le estábamos diciendo, pero respetándonos lo suficiente como para aceptar lo que queríamos decirle en el momento.
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Lo bueno está por llegar || WARMI
FanfictionLas vidas de Ana Guerra y Mimi Doblas hubieran transcurrido de forma paralela y sin cruzarse jamás de no ser por LA experiencia que lo cambió todo: Operación Triunfo. Lo que empieza como un sueño por cumplir, muchos nervios y todas las ganas del mun...