Capítulo 31

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(Punto de vista de Mimi)

Con Ana nunca sabía qué esperarme y, a la vez, siempre tenía la sensación de que todo acabaría sucediendo tal y como tenía que suceder. Tarde o temprano.

El día de hoy había dado más vueltas que una montaña rusa y, cuando me había metido en la cama unas horas antes, totalmente hecha polvo, no esperaba terminar la noche así: borrando toda la distancia entre las dos, literalmente.

Creo que sería imposible estar más pegadas, pero ninguna de las dos parecía incómoda, más bien todo lo contrario... Yo sentía que podría quedarme así todo el tiempo del mundo, y creo que ella también.

Lo pensaba y me resultaba absurdo todo el tiempo que perdíamos pensando y dándole vueltas a la cabeza, analizando si todo esto estaría bien, si sería lo correcto o si estaríamos actuando de forma egoísta... Cuando, después, estábamos así y nuestras emociones respondían por sí solas a cualquier duda que nuestra mente pudiera tener. Y la respuesta estaba clara: tal vez teníamos todos los obstáculos del mundo, pero lo que nos estaba pasando era demasiado bonito como para ignorarlo o no vivirlo con toda su intensidad.

Me di cuenta de que, mientras todos esos pensamientos rondaban mi cabeza y no me dejaban dormir, mi mano se había pasado el tiempo acariciando el pelo de Ana en un gesto totalmente inconsciente. Lo notaba porque ella respondía a él, de vez en cuando, hundiendo aún más su cara en mi cuello, y a mí se me hacía difícil procesar el cúmulo de sensaciones que me producía el verla así: tan serena, tan tranquila, tan en paz... Conmigo.

-Si sigues haciendo eso, no voy a querer salir de esta cama nunca. -Me sorprendió llenando el silencio con su voz, aunque fuera apenas un susurro.

-No le veo el problema a eso... -Dije yo sin pensar.

-No sé si Noemí estaría de acuerdo.

Yo sonreí.

-Tienes razón, no me había parado a pensar en ese pequeño detalle. -Le dije mientras acariciaba su cabeza sin cesar.

-Cuando dices pequeño detalle, ¿a qué te refieres exactamente? -Preguntó ella separándose sutilmente de mí para poder explicarse mejor.- ¿Al hecho de que estamos en una Academia musical que además es un programa de televisión? ¿A que convivimos con otros 14 compañeros, además de los profesores y no sé cuántas personas más que ni siquiera vemos pero que ven cada cosa que hacemos? No sé, se me ocurre, por ejemplo...

-Bueno, no ven tooodo lo que hacemos. -Le dije yo.

-Gracias a la vida. -Dijo ella entre risas.- Porque si no...

-Mejor no pensarlo. -Le dije, volviendo a colocar su cabeza sobre mi pecho. No quería renunciar a esa sensación.

Ella no ofreció ningún tipo de resistencia y se pegó todavía más a mí. Nuestras piernas cambiaron de posición por comodidad, pero seguían hechas un ovillo, y los brazos de Ana se aferraban a mi espalda como si no me quisieran dejar ir.

-Menos mal que empieza a hacer frío por las noches, porque esto es lo más parecido a abrazar a un oso que voy a hacer en mi vida... -Le dije yo.

-¿Me estás llamando oso? -Volvió a separarse para mirarme de frente. Aunque estuviéramos a oscuras, nuestros ojos se encontraban.

-Pero de los adorables, de ésos que sacan el lado tierno a cualquiera. -Le aclaré a qué me refería y ella pareció satisfecha, porque volvió a abrazarme.

Yo sabía que le había dicho que ésto, el estar así con ella, era suficiente para mí. Y en parte era cierto, pero por otra parte... Por otra parte yo era consciente de que cada segundo que pasaba cerca de Ana necesitaba más, quería más. Y todo lo que en un principio me había parecido suficiente, poco a poco dejaba de serlo.

Lo bueno está por llegar || WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora