Capítulo 27

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(Punto de vista de Mimi)

No sabía muy bien cuánto tiempo podría quedar para que sonara la música, aunque intuía que poco, pero ya no fui capaz de volver a dormirme.

Ana y yo habíamos iniciado un concurso de miradas y, la una en frente de la otra y cada cual desde su cama, manteníamos nuestros ojos pegados y diciéndose todo eso que todavía nos costaba expresar con palabras. Y eso que desde anoche habíamos hecho un muy buen trabajo...

Al final es cierto eso de que hay que atreverse. Merece la pena arriesgarse a soltar lo que uno tiene dentro si eso que puedes "ganar" es algo tan valioso. Yo realmente no sabía cuál iba a ser la reacción de Ana a mi especie de explosión emocional, pero había llegado un punto en el que necesitaba sacármelo de dentro y probar suerte. Y algo en mí me decía que todo lo que me estaba pasando no podía ser casualidad, que no podía ser yo sola la que se estuviera montando una película en la cabeza. Que tenía que ser mutuo.

Y quién me iba a decir a mí que iba a compartir cama con una persona que estaba causando ya fuegos artificiales en mi interior y, sin embargo, no iba a pasar nada de nada. Bueno, nada tampoco. Había pasado lo más importante: conectábamos de una forma para mí desconocida hasta la fecha. Y eso, por encima de cualquier otra cosa, era lo que yo no quería perder. El ritmo que llevaba nuestra relación me parecía el más natural y correcto del mundo, el que nos pedía el cuerpo. Y ése en el que, sin necesidad de llegar a ningún tipo de acuerdo, ambas nos sentíamos totalmente a gusto.

Finalmente la música empezó a sonar como cada mañana y el silencio que reinaba en la habitación se rompió con los distintos, y a cada cual más dramático, sonidos de queja de nuestros compañeros.

-No, en serio, me quiero morir. -Se escuchaba a Amaia desde su cama.- ¿Cómo puede ser que ya nos estén despertando? Si nos acabamos de ir a dormir hace nada...

-Pues porque son las 9, amiga. -Dijo Ricky.- Yo tampoco soy fan de levantarme a esta hora un sábado, pero llevamos muchas horas durmiendo, eh.

-Pues yo estoy como si llevase 5 minutos... -Dijo ella.- Madre mía, menos mal que hoy no hay Magalí.

-¡Hala, Amaia! Qué mala eres. -Apenas habíamos amanecido y Roi y Ricky ya iniciaban su rutina de vaciles a la pobre Amaia.

-¿Por qué? -Preguntó ella.

-Menudos desprecios a tu profesora. -Dijo Roi.

-No, a ver, Roi... No digas eso. -Trataba de defenderse.- Que yo no tengo nada en contra de la mujer, al contrario. Pero es que sus clases deberían calificarse como deporte extremo o algo.

-Sí, sí... Ahora arréglalo. -Intervino Ricky, que ya se había levantado. Se acercó a Roi, que había hecho lo mismo, y empezaron a cuchichear mirando a Amaia.

-¡Jo, parad! Que me estáis haciendo sentir supermal.

-No, si no pasa nada, allá tú con tu conciencia... -Dijo Roi.

-A ver, dejad ya a la chiquilla en paz, ¡eh! -Me vi obligada a intervenir.- Que todavía no se ha levantado de la cama y ya os estáis metiendo con ella.

-¿A que sí, Mimi? Es que cuando se juntan son como dos harpías... -Me contestó Amaia.

-Bueno, bueno, primero se mete con su profesora y ahora insulta a dos compañeros. -Dijo Roi llevándose las manos a la cabeza.- Ricky, tenemos que apuntar todo esto en una libreta para cuando venga Noemí decírselo, que si no se nos olvida.

-Ay, qué pesados, de verdad. -Dijo Amaia saliendo de la cama.

-Son dos chivatillas. -Le dije yo.- No les hagas ni caso. Lo mejor que puedes hacer cuando se ponen así es pasar de ellos.

Lo bueno está por llegar || WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora