Capítulo 93

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(Punto de vista de Mimi)

Abrí los ojos al sentir una mano sobre mi pelo, acariciándome.

-Hola, bebé.

La voz dulce de Ana, todavía con un deje de sueño, y su expresión llena de amor me dieron los buenos días de la mejor manera posible.

Yo no dije nada, todavía estaba demasiado dormida. Tan sólo esbocé una sonrisa y me pegué aún más a ella, dejándome abrazar.

Desde aquel primer despertar en el que me había asustado tanto al no encontrarla al lado, los últimos dos días ella se había cuidado muy mucho de permanecer en la cama hasta que yo me despertara si era ella quien abría los ojos primero, es decir, siempre. Bueno, en ese "siempre" que abarcaba las tres mañanas que habíamos pasado juntas... Y no lo habíamos hablado abiertamente, pero yo sabía que en el fondo ella lo hacía, lo de permanecer ahí, por mí; porque aunque ahora yo supiera de sobra que no iba a irse a ninguna parte, me gustaba verla nada más despertar. Y, bueno, supongo que a ella también.

-Hay que levantarse ya, mi amor. -Me dijo acariciando ahora mi espalda.- Que a las 11 tenemos que estar en Atocha.

-No quiero...

-¿No quieres ir a Barcelona?

-Sí, pero no quiero madrugar.

-Mimi, son las nueve, tampoco se le puede llamar a esto "madrugar", ¿no?

-Es temprano y encima es domingo. Claro que se le puede llamar madrugar.

Noté cómo se reía.

-¿Entonces, qué hago? ¿Llamo a Roi, cancelamos todo y nos quedamos aquí todo el día?

-No me desagrada la idea, la verdad...

-¿Pero no eras tú la empeñada en hacer cosas fuera de estas cuatro paredes, señorita?

-Bueno, a veces digo muchas tonterías, Ana. -Dije hundiendo mi cara en su cuello.- No me hagas caso.

-Mimi...

-¿Qué?

-Tienes que despertarte del todo, venga.

-¿Pero, por qué? Sí aquí estoy a gustísimo.

-No, si eso ya lo veo. Pero imagínate la que puede liar Ricky si llega allí desde Mallorca y no nos ve.

-Se cogería el primer vuelo a Madrid y vendría a sacarnos de los pelos de la cama. -Le dije.

-Básicamente. Y no queremos eso... Ni tampoco plantar al pobre Roi y que tenga que viajar solo. Además, que la idea de ir un día antes que el resto fue nuestra; tuya, para ser más exactos. -Dijo.- Así que, venga, muévete.

-Qué capacidad de persuasión tienes cuando quieres, Ana Banana.

-Igual que tú para tratar de hacerte la loca todo lo que puedes.

-Son dones. -Dije separándome por fin.

-Anda, cuentista, ¡arriba! -Me zarandeó, a punto ya de salir de la cama, pero yo la retuve a mi lado un poco más.

-¿No irás a levantarte sin darme ni un mísero beso?

-Eres un caso, ¡eh!

Abrí un ojo y, con el otro aún cerrado, puse mi mejor cara de circunstancias haciendo honor a eso que, según ella, tan bien se me daba: hacerme la loca o la tonta o lo que fuera. Daba igual, si conseguía que se quedara conmigo cinco minutos más bajo las sábanas; o toda la vida, ya que estábamos...

Lo bueno está por llegar || WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora