Capítulo 69

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(Punto de vista de Mimi)

Cuando volvimos al plató, la mayoría de nuestros compañeros ya estaban colocándose sobre el escenario para ensayar la canción grupal. La verdad es que hasta le teníamos que agradecer a Noe que nos hubiera venido a buscar, porque de no ser así, tal vez habríamos llamado la atención de todos demasiado.

Nos colocamos en nuestras respectivas posiciones y pasamos la canción un total de tres veces. Lo complicado, más que nada, estaba en coordinarnos los 16 según íbamos saliendo a cantar e ir al unísono después una vez que estábamos ya todos sobre el escenario. Manu nos dio también unas cuantas indicaciones a nivel vocal y, poco después, terminamos. Casi todos recogieron sus cosas para volver a la Academia; como había dicho Noe, una vez ensayada la grupal, no tenía sentido que siguieran allí provocando que el plató estuviese lleno de gente y la Academia vacía.

Así que, al final, nos quedamos sólo Aitana, Agoney, Ana, Amaia, Ricky y yo. El resto se marcharon y nosotros seis continuamos allí. Ricky y yo fuimos los últimos en ensayar nuestros temas. Cuando fue mi turno, Vicky se detuvo especialmente, tratando de encajarlo todo a la perfección conmigo, los bailarines y los distintos elementos de la escenografía para ayudarme a hacer un gran número. Yo no sabía si iba a ser grande o no, pero la adrenalina que sentía cada vez que sonaba la música y me movía de un lado a otro, ya era un regalo para mí. Pisar el escenario era siempre un regalo.

Cada vez que terminaba un pase, mis compañeros se dejaban las manos aplaudiendo. Yo ya no sabía si era todo producto del cariño que sentían por mí o si verdaderamente estaban tan impresionados como parecía, pero no me importaba mucho. Emocionar a la gente que quieres es siempre la mejor sensación...

Eran casi las 10 cuando terminamos todos de ensayar y empezamos a recoger nuestras cosas para volver. Estábamos muertos después de seis horas allí metidos y sólo queríamos sentarnos a cenar y meternos en la cama a dormir... Pero claro, por otro lado, Ricky y yo sabíamos que ésa sería la última noche para uno de los dos y queríamos retrasar el momento de meternos en la cama y dormir lo máximo posible.

Por eso, cuando llegamos a la Academia, nos pusimos el pijama, cenamos los que todavía no lo habíamos hecho y, a continuación, nos juntamos todos en el salón. Nadie hablaba sobre la expulsión del día siguiente, pero de alguna manera todos sabíamos que nos iba a doler mucho se fuera quien se fuera y que, pese a lo agotados que estábamos todos, no queríamos irnos a dormir sino compartir todo el tiempo que pudiéramos.

Yo me senté en el sofá al lado de Ricky, con mi pijama de conejo como fiel compañero, y me acurruqué junto a él. Ninguno de los dos sabía quién se iría o quién tendría que despedirse del resto de compañeros, pero lo que sí sabíamos ambos con certeza era que nosotros dos nos veríamos obligados a decirnos adiós el uno al otro sí o sí. Y eso era la mayor putada del mundo...

-Te voy a echar mucho de menos, Ricky. -Le dije enroscándome a su brazo.

-Y yo a ti, mi amor. -Me dio un beso en la cabeza y dejó reposar sobre sus piernas la libreta en la que estaba escribiendo.

-¿Qué hacías? -Le pregunté curiosa.

-Nada... Escribir mis cosas, como siempre.

-¿Algo especial?

-Puede ser...

En ese momento se me encendió una lucecita en la cabeza.

-Tal vez yo también debería hacerlo. -Le dije.

-Haz lo que te nazca, Mimi. No te dejes nada por decir o por hacer...

Me miró con ternura y yo le devolví una sonrisa triste. No me quería separar de él.

Lo bueno está por llegar || WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora