Capítulo 87

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(Punto de vista de Mimi)

-Ay, Mimi, ¿pero qué te pasa?

-Está emocionada, Marina. -Cepeda me rodeó los hombros con su brazo y me atrajo hacia sí, dejando un beso en un lado de mi cabeza mientras yo me pegaba a él, rodeando su cintura con mis brazos y dejándome envolver por los suyos. No hacía falta que le dijera nada, Luis podía entender a la perfección lo que me había pasado. En parte porque él también estaba teniendo lo suyo en lo que a emociones fuertes se refería...

-¿Estás bien?

Yo asentí contra su hombro y él me acarició la espalda.

-Qué mona... -Escuché decir a Raoul.

-Es que estamos todos para una foto ahora mismo, vamos... -Habló Mireya.- ¡Menudas caras!

-Bueno, venga, vamos a comer que luego se nos echa el tiempo encima. -Pude oír cómo Ricky trataba de distraer la atención de lo que estaba pasando y, especialmente, de lo que me estaba pasando a mí. Empezó a dar palmas para animar a unos y otros a que fuéramos a la cafetería.

-¿Seguro que estás bien?

Cepeda volvió a preguntarme cuando nos separamos, sin despegar ahora sus manos de mis hombros.

-Sí. -Asentí y me llevé las manos a la cara, secando las últimas lágrimas que me quedaban y respirando profundamente.- Ya me conoces...

-Sensibilidad a flor de piel.

-Exacto... -Me reí.- Siempre igual.

Me miró con ternura y me agarró de las mejillas para dejar un beso en mi frente.

-Va a estar todo bien, Mimi, ya lo verás. Poco a poco, todo llega.

-Gracias, Luis.

Le di un abrazo rápido y, cogidos del brazo, seguimos a nuestros compañeros que ya estaban bajando a la cafetería para comer.

Estuve bastante ausente mientras los demás hablaban y eso era algo muy poco propio de mí, pero, por lo que fuera, parecía que mis compañeros lo entendían, porque ninguno me preguntó qué me pasaba ni destacó el hecho de que estaba bastante más empanada de lo normal.

Me sentía muy rara. Era consciente de que había algo dentro de mí que no me dejaba estar tranquila. Había llegado a punto en mi relación con Ana y, sobre todo, con la historia de Jadel por medio en el que necesitaba que se pusieran ciertos puntos finales antes de poder seguir con nada más. Estaba cansada de verme en medio de ellos dos y de que él quisiera utilizarme a mí, con su juego sucio, para acercarse a Ana, para tratar de recuperar todo eso que un día tuvo para él pero no supo cuidar y que, ahora, de repente, quería a toda costa.

Necesitaba que Ana saliera y estuviéramos todos en igualdad de condiciones de una vez, poder hablar claro y sin tapujos, ser completamente honestas la una con la otra y que ella misma viera, con sus propios ojos, todo lo que había ido pasando fuera durante estos meses y que fuese ella, y sólo ella, la que tomara las decisiones que quisiese tomar y diese los pasos que considerara adecuados.

Claro que quería estar con ella. Nada me apetecía más que volver a ser ella y yo, solamente, y esta vez sin que nos importara lo más mínimo el mundo. Sin disimular, sin callarnos, sin escondernos, sin vivir en silencio como si estuviéramos haciendo algo malo. Pero para eso necesitábamos tiempo. Tiempo para que Ana saliera, para que se situara de nuevo en una vida que ya no volvería a ser como antes y para que tomara conciencia de sus sentimientos y de cómo entendía muchas cosas ahora, después de haber pasado por todo lo que había pasado y haber crecido tanto en el camino.

Lo bueno está por llegar || WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora