(Punto de vista de Ana)
-¿Entonces está de acuerdo?
Tan pronto como me vio despegar el teléfono de la oreja, Mimi, que llevaba un rato mirándome con expectación, me abordó con su pregunta.
-Sí. -Asentí.- Está todo arreglado.
-¿Estás segura, Ana?
-Mimi, mi padre sólo quiere que yo esté bien y tranquila, sobre todo después de estas semanas...
-Si ya lo sé. -Dijo levantándose del sofá de la habitación.- Pero, ¿no te ha preguntado nada más?
-A estas alturas creo que ya sabes cómo es. No quiere meterse en mi vida, sólo quiere ayudarme, y si para eso tiene que contar una mentirijilla, pues lo va a hacer.
Y la mentirijilla en cuestión nos implicaba a nosotras dos y a Jadel...
Después de una noche de merecido descanso, nos habíamos levantado ambas con las ideas más claras y con más ganas que nunca de estar juntas y en paz. Y la única manera que se nos había ocurrido de ganar un poco más de tiempo con Jadel, pensar en cómo íbamos a afrontar lo que se venía por delante y, sobre todo, disfrutar de una especie de "día limbo" en el que poder estar juntas sin trabajo de por medio ni gente a nuestro alrededor, fue ésa... Pedirle ayuda a mi padre.
Era domingo y tocaba volver a Madrid, así que la excusa de que quería aprovechar para pasar tiempo a solas con mi familia, no resultaba descabellada. Jadel no iba a insistir demasiado en venir con nosotros, pues sabía que los ánimos no eran para tirar cohetes y, además, era plenamente consciente de que no era santo de la devoción de mi padre, precisamente. Así que tanto a Mimi como a mí nos había parecido buena idea ser sinceras con él y pedirle que nos echase una mano. Y por supuesto él accedió.
Mi padre no era tonto, ni había nacido ayer; sabía de sobra que las cosas con Jadel no estaban bien desde hacía mucho, y supongo que había terminado de confirmar lo especial de mi relación con Mimi ya en aquella llamada el día de Navidad. Llamada que sin su complicidad no habría podido darse... Por eso, y sin hacer más preguntas, en cuanto fui brutalmente honesta con él y le dije que iba a decirle a Jadel que pasaría todo el día del domingo con él y con Quin, y que no iba a estar libre hasta el lunes que tuviera que volver ya al trabajo, él no trató de indagar más allá y simplemente me dijo que haría lo que fuera necesario para que yo estuviera bien.
Sabía que estaba preocupado por mí y no me gustaba sentir que le cargaba con esa responsabilidad. Todas las cosas que me estaban pasando y todo lo que estaba cambiando mi vida ya era demasiado para asumir; no tenía que ser fácil ver a tu hija en esa posición y llevarlo con la templanza con que él lo hacía. Pero saber que las cosas no estaban bien en el terreno personal, debía ser aún más duro. Y por eso yo valoraba tanto su apoyo y la sensibilidad que tenía para percibir y entender lo que necesitaba y lo que me hacía feliz. Para eso y para ofrecerme su ayuda incondicional siempre que me hacía falta.
-No me gusta que tenga que mentir. -Le dije.- Pero si Jadel no se pone muy pesado no creo ni que tenga que hacerlo. Sólo es bueno que sepa qué está pasando y dónde voy a estar yo por si acaso...
-No va a pasar nada. -Me pasó la mano por la espalda y la dejó allí, junto a todo ese amor que Mimi siempre desprendía en cada gesto.
-Lo sé. -La miré.- Estoy contigo.
Me sonrió y me rodeó también con su otro brazo, atrayéndome del todo hacia ella y juntando nuestras frentes.
Así como estábamos, se acercó sutilmente a mi boca y atrapó mis labios con los suyos, en un beso lento, tierno y sin ninguna prisa.
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Lo bueno está por llegar || WARMI
FanfictionLas vidas de Ana Guerra y Mimi Doblas hubieran transcurrido de forma paralela y sin cruzarse jamás de no ser por LA experiencia que lo cambió todo: Operación Triunfo. Lo que empieza como un sueño por cumplir, muchos nervios y todas las ganas del mun...