Capítulo 99

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(Punto de vista de Mimi)

Como si de un reloj en sí mismo se tratara, mi cuerpo se despertó diez minutos antes de la hora a la que había puesto la alarma. Ana debía estar profundamente dormida a mi lado, porque ni tan siquiera cuando retiré mi brazo de su cintura, soltando nuestras manos, se inmutó. Bueno, se recolocó un poco en la cama, pero su ritmo de sueño no se alteró lo más mínimo. Y yo lo agradecí.

No sabía muy bien ni cómo había acabado así: durmiendo con ella, abrazadas las dos, después de una noche de lo más atropellada e impredecible. En mis planes no entraba nada de todo esto, pero las cosas se habían dado así y a mí me había parecido adecuado actuar de esta manera.

Ahora que me despertaba a su lado, me daba cuenta de lo raro que resultaba todo. No era ni mucho menos la primera vez que me encontraba en esta situación, abriendo los ojos y encontrándomela a ella al lado, pero sí que era la primera vez que lo sentía tan extraño... Estaba claro que las cosas no eran ahora como lo habían sido en todas esas ocasiones, y a la vez yo sentía que, cuando nos mirábamos a los ojos, todo estaba como siempre. Era como si hubiésemos dejado que una nube de problemas, complicaciones y miedos se instalase entre las dos; pero yo seguía creyendo que era sólo eso: una nube que podíamos lograr despejar. Lo creía y confiaba en que podría ser así.
                      
                              
Al volver de Londres y reencontrarme con Ricky, mi amigo, actuando con mucha cautela y discreción, me había hecho ver que Ana no estaba bien y que todo lo que había pasado, efectivamente, iba mucho más allá de lo que podía parecer. Me confesó que no se había podido callar lo de mi sorpresa del viaje a París, y cómo Ana se había venido abajo al enterarse y leer mi carta. Ahí estalló todo y fue cuando Ricky se dio cuenta definitivamente de que pasaba algo. Y digo que fue prudente en todo lo que me contó porque, a diferencia de otras veces en que le podía su vena cotilla y ya está, en ésta sabía que el tema era más serio y debíamos ser nosotras dos quienes lo solucionáramos.

Yo le conté que había conseguido desconectar un poco y relajarme en esos días, pero que al mismo tiempo no podía quitarme a Ana de la cabeza. Le hablé de mis conversaciones con Will y de cómo él había sido el primero en animarme a seguir mis instintos y confiar en las sensaciones que toda esa situación que estábamos viviendo me provocaba. Y uno de esos impulsos, no sé si acertados o no, era el me había llevado a grabar la cover de "You are the reason" y subirla para ella.

Cuando la noche anterior, a punto de dormirnos, me había "contestado" así, diciéndome que también yo era "su razón", entendí que había hecho bien. No sabía adónde nos llevaría todo aquello, adónde parecía estar llevándonos ya o si de alguna manera estábamos empezando la casa por el tejado... No sé. Tal vez éramos unas torpes emocionales, incapaces de hacer las cosas bien, la una y la otra, pero es que estaba tan claro lo que había entre las dos que me jodía enormemente que nos perdiéramos tanto en el proceso. Necesitábamos hablar, aclarar muchas cosas que sobre todo ella parecía necesitar expresar y que desde luego yo necesitaba escuchar.

Pero anoche no había sido precisamente el momento. Me dolió ver a Ana así; no era propio de ella evadirse de la realidad de esa manera, pero yo iba a ser la última en juzgarla... Muchas veces había huido de mis problemas por ese camino y, aunque sabía que no conducía a nada, era humana y, por lo tanto, imperfecta. Y ella también. Por eso no había podido dejarla sola; sabía que me necesitaba y, contra lo que ella se empeñaba en repetir, sí se merecía que yo estuviera. Se lo merecía porque a pesar de todo lo que nos estuviese pasando, como le había dicho, ella y yo estábamos muy por encima de cualquiera de esas cosas...
                       
                                    
Cogí mi ropa del sofá y me puse los pantalones con cuidado de no hacer ruido. Me calcé e iba a cambiarme la camiseta, pero algo muy irracional en mí se resistió. Me quedé como estaba y simplemente agarré la mía y salí de la habitación con ella en la mano y la de Ana puesta. Gilipolleces -o no- propias de mi lado más sentimental imponiéndose a cualquier otro...

Lo bueno está por llegar || WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora