Capítulo 115

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(Punto de vista de Mimi)

Despertarme a su lado siempre era la mejor parte de cada día. Bueno, estaba ahí ahí en competencia con el irme a dormir con ella cada noche. No sé... Es que era como volver a casa constantemente. Como que abría los ojos por la mañana y ella estaba a mi lado, era lo primero que veía; y sabía que después de eso tendría que salir afuera, a enfrentarme al mundo, pero que al final del día, sin importar lo que hubiera pasado, ella iba a estar ahí conmigo y yo iba a volver a eso. A ella. Siempre.

Todo se hacía mucho más fácil planteado así y yo me estaba acostumbrado a esa sensación a una velocidad que daba hasta miedo. O no, porque en realidad cualquier cosa que tuviera que ver con ella era todo lo contrario al miedo.

Ya era martes; habían pasado dos días desde nuestra tonta discusión que de tonta no tuvo nada. Saqué lo peor de mí, me puse tozuda y mi lado egoísta salió a relucir; pero es que no se trataba de eso. Realmente todo era una rabia mal dirigida que acabé pagando con la última persona que se lo merecía. Pero es que era superior a mí... No podía ver cómo eran otros los que ganaban una vez tras otra, cómo ella se plegaba a sus deseos contra su propia voluntad sólo por sentirse acorralada, cómo su vida se regía por criterios ajenos y siempre tenía en cuenta lo que otros pudieran pensar y nunca lo que ella quería. Y sabía que no era algo fácil, ni simple, y que Ana era la última que quería todo eso, que no le quedaba más remedio y que yo debía apoyarla, no añadirle aún más cargas. Pero ahí es donde aparecía la Mimi gilipollas y bocazas que no sabía pararse dos segundos a procesar lo que decía y darse cuenta de lo absurda que sonaba. Eso venía después...

Tan pronto como había salido por la puerta, empecé a sentirme fatal. Tal vez incluso lo hice ya antes. No era propio de nosotras discutir, no encontrar la manera de comunicarnos o dejar que un silencio incómodo se instalara entre las dos; eso no nos pasaba a Ana y a mí. Pero en ese momento yo no supe manejar la situación mejor y actué como una niñata torpe y orgullosa. Pero nada más cerrar la puerta y enfilar las escaleras hacia la calle, quise volver arriba y pedirle perdón, decirle que independientemente de lo que acabara de pasar, nada se merecía que nosotras estuviéramos así y termináramos de esa manera. Nada. Pero de nuevo mi torpeza o mi egoísmo del momento; llámalo como quieras... El caso es que mis pies se movieron solos y no fui capaz de volver atrás por más que en el fondo fuese lo único que quería.

Cuando llegué a la cafetería en la que había quedado con Ricky, Roi y Cris, y me vieron aparecer sin Ana, ya sólo en la sorpresa de sus caras pude ver reflejados mis propios remordimientos, como si yo misma me impusiera una culpa que en ese momento ellos no me estaban atribuyendo, porque ni siquiera sabían lo que había ocurrido, pero yo sí. Yo sabía lo evitable que habría podido ser todo y el lío que, sin embargo, se había formado.

Hablar con ellos me ayudó a sentirme entendida, al fin y al cabo eran mis amigos y sabían ponerse en mi lugar y entender las razones que me habían llevado a ese estado; pero también me ayudó a comprender la postura de Ana desde otra perspectiva o vista con otros ojos. Y lo peor es que yo sabía perfectamente todo aquello ya, entendía a Ana como nadie y sabía muy bien lo que había, así que después de pasarme toda la mañana con cara de acelga, según Ricky, dejé de hacer el imbécil y volví a casa a hablar con Ana. Eso sí, por el camino me vinieron todas las inseguridades de golpe y tal vez di un par de vueltas innecesarias antes de dirigirme del todo a mi destino; digamos que una va de dura por la vida, pero a la hora de la verdad no lo es tanto, especialmente cuando sabe que lo ha hecho mal.

Y he de decir que su mirada y sus brazos me lo pusieron muy fácil en cuanto me vieron llegar, porque con Ana siempre era todo fácil en realidad. Y estando así, con ella, me daba aún más cuenta de lo sagrado que era nuestro vínculo y de hasta qué punto cuidarlo y protegerlo iba a ser siempre una de las cosas más importantes y prioritarias en mi vida.

Lo bueno está por llegar || WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora