(Punto de vista de Mimi)
Al día siguiente, jueves, nos tocaba empezar bien arriba, con una clase de Fitness con Magalí. Era matador pero al menos te ayudaba a despejarte. Después de desayunar, tuvimos la primera clase de ritmos latinos con Pol y sobra decir que me encantó. Todo lo que fuera baile me hacía feliz y provocaba que me sintiera más en casa. No sabría muy bien cómo explicarlo pero era mi zona de confort.
Después de comer todos juntos, seguimos ensayando nuestras canciones porque a las 6 y media de la tarde tocaba el primer pase de micros. Yo tenía entre ganas y nervios. Ganas porque era algo muy característico e icónico de OT, el pase de micros, y eran ése tipo de cosas las que me recordaban de vez en cuando dónde estaba realmente (seguía siendo muy surrealista pensarlo). Pero, al mismo tiempo, me moría de nervios por no estar a la altura o sentirme un lastre para mi compañera.
Ana, mi compañera de canción, porque para lo demás esa palabra se me quedaba muy corta. No era sólo mi compañera, no lo había sido nunca. Desde que nos habíamos conocido, habíamos conectado de forma instantánea y eso no pasa a menudo. Yo era muy consciente y creía que ella también. Era algo especial que hacía que todo fuera fácil y agradable si se trataba de compartirlo con ella.
Tenerla a mi lado me tranquilizaba. Sabía que, pasase lo que pasase, seguiríamos construyendo juntas y nunca nos rebajaríamos a algo tan frío y superficial como culpabilizar a la otra si las cosas salían mal. Éramos un pack, para todo, y así lo sentíamos de verdad.
Yo siempre había vivido nuestra relación de forma natural, dejándome llevar y sin pensar. Pero, inevitablemente, la situación de la noche previa me había hecho consciente de que algo estaba pasando dentro de mí y, tal vez, había llegado la hora de hacerle frente.
¿Sabes esto de dejarte fluir y vivir tus sentimientos sin más, sin racionalizarlos ni ponerles nombre o etiqueta? Pues así era yo para todo. Ésa era mi filosofía de vida y así me había ido siempre bastante bien. Era algo en lo que creía, que las cosas pasan como tienen que pasar y que, a veces, las palabras no son suficientes para abarcar lo que una persona significa para ti. Por eso no me paraba mucho a analizar lo que me pasaba. Simplemente lo vivía. Al menos hasta que no me quedaba otro remedio que ir más allá...
Mi reacción el día anterior a la conversación en el salón me había hecho darme cuenta de que el momento de pararme en seco y analizar lo que me estaba ocurriendo, había llegado. A veces es así, no puedes huir de lo que te sucede cuando dejarte llevar ya no es suficiente. Cuando sabes que hay algo más.
El problema era que yo no sabía qué era ese "algo más". Sí sabía en qué momento algo había hecho click en mí y me había puesto incómoda: cuando la conversación se centró en Ana y su novio. No tenía ningún sentido que a mí eso pudiera molestarme, de hecho no me había alterado ni lo más mínimo escuchar al resto de mis compañeros hablar sobre sus parejas. Sin embargo escuchar a Ana sí, pero, ¿por qué? ¿Qué significaba eso?
Ricky tenía razón: debía ser paciente conmigo misma, pero tampoco quería ser tonta. Si me estaba pasando algo quería saberlo, hacerme cargo y asumir lo que fuera. No me serviría de nada engañarme a mí misma. Pero, al mismo tiempo, admitir ciertas cosas era demasiado heavy y abrumador como para hacerlo así, a la ligera. Tenía que esperar, darme tiempo a mí misma y a la situación y ver cómo se iban dando los días aquí dentro. Yo me sentía muy bien con Ana, demasiado bien, y antes de cagarla con algo que tal vez ni siquiera era como parecía, quería estar muy segura de lo que me pasaba.
-¿Lista?
Mi voz preferida me sacó de mis pensamientos.
-¿Ya es la hora? -Le dije.
ESTÁS LEYENDO
Lo bueno está por llegar || WARMI
FanfictionLas vidas de Ana Guerra y Mimi Doblas hubieran transcurrido de forma paralela y sin cruzarse jamás de no ser por LA experiencia que lo cambió todo: Operación Triunfo. Lo que empieza como un sueño por cumplir, muchos nervios y todas las ganas del mun...