Necesito estar sola.

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Janis

Sentí mucho calor, y también mucho peso el cual comenzaba a sofocarme.

Al abrir los ojos, note que estábamos en el auto, y Jimmy estaba descansando sobre mi.

—quitate —trate de hacerlo a un lado sin lograr éxito.

—shhh, quedate así —puso sus manos por debajo de mi espalda.

—dije que te quites —tome fuerza y lo hice a un lado, provocando su caída.

Tome el bolso de ese día y abrí la puerta, respirando, saliendo de tan sofocante calor.

Cerré y comencé a caminar. Fue un error no llevar suéter la noche anterior, pero solo frote mis manos contra mis brazos y continué, quería ver a mi Brian, quería abrazar a mi hermano, quería ver alguna película en compañía de mi padre.

Cuando logre llegar al cementerio, Cressen me saludó.

—ese atuendo es bonito, pero la ropa desalineada me hace pensar que no durmió en casa anoche, no le detengo mas, el joven Jones la espera.

Sonreí y seguí mi camino, y Mick yacía sentado a un lado de la lápida.

—hola.

—hola, Tatisha.

—venía a verlo, me ayuda a pensar, a calmar las turbias aguas del océano.

—a mi también, no dormiste en casa...¿quieres que te lleve al hotel?

—por favor.

Poco después salimos y subí a su auto, conversamos sobre temas tribales y me llevó a donde siempre pertenecí, a mi verdadero hogar.

—adios.

Salí y camine hasta llegar frente a mi hermano, quien me cargó y dio un par de vueltas, salude a mi padre y fui a bañarme, cambiarme y dormir.

Le pedí que si Page venía, le dijese que yo no estaba aquí, después de aquella noche... Dudaba cada vez mas sobre si debería permanecer firme a su lado o marcharme.

Pero evidentemente soñé.

Caminaba entre arboles y un lobo apareció frente a mi, camino con cuidado y se echó frente a mis pies.

El sonido del teléfono acabó por hacerme despertar.

—¿hola?

Jan...

—mira, hoy no estoy para aguantar tu mal genio, y si te hice enojar por lo del auto, pues lo siento.

—bueno...¿vendrás mas tarde?

—no.

—¿por qué?

—¿quieres escuchar mis razones? Porque conociéndote, eres tan cabezota que ni siquiera vas a querer escuchar.

—pues te escucho.

—me engañaste, o por lo menos estuviste cerca de hacerlo, y vi en primera fila como toqueteabas a la rubia ayer.

—ay, sabes que ellas no son nada para mi.

—si no fueran nada, no correrías a ella.

—dame tu segunda razón.

—necesito estar sola unos días.

—pero Tati...

Una carta para Jimmy PageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora