Jimmy y la heroína.

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Janis

Después de un año, las cosas ya no eran las mismas. Después de la luna de miel, habíamos vuelto a casa. Y no había quedado embarazada. Karac, había muerto. Todo nos había golpeado.

Las cosas, habían cambiado. Jimmy no dejaba su adicción a la heroína. Y eso, me preocupaba mas que nada. A veces agradecía no haber quedado embarazada, no querría que nuestro primer hijo viese la persona que podía ser su padre bajo los efectos de estupefacientes.

Esta noche, estaba esperando que volviera de una gira. Y si, lo vi llegar. Estaba sentada, recordaba leer un tomo de El Señor de Los Anillos, por cuarta vez. Al parecer me quedé dormida, cuando abrí los ojos, el libro estaba cerrado, sobre una mesita, la luz apagada, me cubrió con una manta y subía las escaleras.

—Jimmy —llame.

—¿Qué pasa?

—¿Hace cuanto llegaste?

—Acabo de entrar, descansa, Jan —siguió subiendo.

Me levanté y lo seguí, tome su brazo y me miró. Conocía esa mirada. Estaba molesto, sus ojos brillaban mas, pero se tornaban mas oscuros. Era un verde que me atemorizaba.

—Jimmy...

—¿Qué?

—Yo...

—Tu nada, Janis, sólo quiero llegar a mi cama y descansar, ¿si?

—Bien —subí más rápido, dejándolo atrás —. Entonces, si estas en ese estado, yo no tengo por que dormir en la misma cama.

Entre, tomé la primer manta que vi y mi almohada. Estaba cansada de tener que soportarlo cuando estaba drogado. Era irritante.

Al salir, la puerta estaba cerrada, con ambos dentro.

—Dejame salir —lo quise hacer a un lado pero no se movió ni un poco.

—No. Me vas a explicar por que esa actitud.

—¿Yo? ¡Ja! No tengo nada que explicarte, James, sabes perfectamente que me molesta cuando te pones así.

—¿Así como, Janis?

—Cuando te llenas los brazos de heroína, cuando te drogas sin límite. Ya no estoy dispuesta a perder a alguien mas poco culpa de las drogas, ya no.

—Eso no me va a...

—Repitelo, James, repitelo hasta creertelo, pero yo, ya no voy a continuar así.

Salí de ahí enfadada. Por mucho que le explicara, parecía no querer escuchar. Bajé y me acomodé en el sofá como hacía ya tantas veces.

El sueño volvió a ganar, y no me resistí mucho. Los problemas comenzaron cuando desperté.

Jimmy, a lo mucho se quedaría dos semanas, y esas dos semanas, fueron sofocantes y tensas. Y la última noche, me hizo una invitación.

—Jan... Sé que estas molesta, y a lo mejor no quieres ni verme —dijo desde fuera de la habitación, luego de volver a discutir —,no me quiero ir así... Te invito a esta gira, solo serán dos semanas de un lado a otro... Solo tienes que decidir.

—Pasa.

Abrió la puerta, resguardando su rostro en el cabello negro. Cuando se sentó a mi lado, aparté la bruma azabache. Y sí, había estado llorando.

—¿Por qué esos ojos tan hinchados?

—Es que... Jany, no puedo dejarlo así de golpe... Me cuesta trabajo, y tampoco pienso internarme en rehabilitación, eso pararía la banda... Trata de entenderme... Es como mi escape de felicidad...

Una carta para Jimmy PageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora