Epílogo.

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Era verano de 2018. Jimmy después de tanto huir a la lápida de quien fue su esposa, había estado recordando todos esos momentos mientras escribía. Ella seguramente de estar ahí quizá jugaría con sus nietos o les haría galletas. Suspiró y dejó el lápiz, yendo a servirse una taza de café. Ya habían pasado demasiados años sin ella, y por consecuencia, sin hablar con James, peleando con Scarlet cada que tocaba el tema. Bebió un trago en silencio, mirando el reloj en su teléfono. Cuatro de la mañana del 22 de julio. Solo se puso una gabardina y salió a caminar al jardín. Desde que descubrió como poner una alarma en su teléfono, siempre la ponía en ese día y a esa hora, porque de alguna forma ya se acercaba a ella de alguna manera, aunque aún temía verla en sus sueños. Siempre que aparecía en ellos, tenían una caminata por ese jardín, iban de la mano, pero la soñaba joven, como cuando se conocieron, y él a sus 74 años. Esa noche no pudo dormir, prefirió seguir escribiendo algunas cosas en su pequeña libreta llena de escritos, recuerdos, poemas, y también algunas letras de canciones que jamás se animó a grabar. Se sentía sólo, porque aunque Scarlet estuviera ahí, no era Janis, y eso dolía. Prefirió ponerse aquellos audífonos que le dio su nieto y buscó alguna canción que le gustaba a su Jany. Y la encontró. Era un pequeño éxito de Paul Anka, quizá uno de los más hermosos, el día de su boda habían puesto esa canción, y todos dejaron que sólo ellos bailarán una vez más. Recordaba cómo ella se acurrucó en su hombro, aunque cada vez iba más hacia su cuello, sintiendo su pequeña nariz en su piel, respirando mientras bailaban. Era Pon tu cabeza en mi hombro.

No pudo evitar sentir sus ojos llenarse de lágrimas desde el primer momento, así que prefirió recostarse en el pasto. Había comenzado a buscar entre todas las cosas que fueron alguna vez de ella y encontró mucho que aún le rompió el corazón. Pensar en que pudo haber hecho algo era culpa con la cual llevaba muchos años cargando, y de alguna forma no quería quitarse ese peso de encima, porque era quizá la forma más estúpida y dolorosa de sentirla a ella a su lado. Siempre iba a extrañarla, porque fue su verdadero amor, nadie la reemplazaría, jamás. Y ahí le dieron las cinco y las seis. Solo miraba como cambiaba el cielo de color como hizo aquel 22 de julio de 1986. Sentía el pasto en sus manos, en como picaba, el viento frío tocar su piel y como esa pequeña escarcha humedecia su cabello ahora blanco. Pronto se quedó dormido, porque de alguna forma le daba paz pensar en que quizás muy pronto iba a volver a verla, que podría abrazarla, besar sus labios y contarle todo lo que pasó en esos años, aunque aún tenía años por delante.

Scarlet llegó de visita y al ver a su padre tendido en el césped se preocupó, temía lo peor. Su padre aún estaba bien de salud, y dudaba que llevara poco tiempo ahí. A veces Sabet era tan descuidada, tan despreocupada.

—Vayan adentro. —pidió a sus hijos, yendo a verlo. Suspiró y le sacudió un poco el hombro, se sentía frío aunque sus mejillas estaban rojas. Y pronto lo pudo ver moverse.

—¿Scarlet? No me dijiste que vendrías, cariño. —Jimmy se sentó a se talló los ojos, quitándose los auriculares.

—Supuse que sería bueno venir hoy. - le sonrió acaruciando el cabello de su padre. —No quiero que salgas así, es muy temprano, ¿cuanto llevas aquí?

—No te diré, vas a regañarme. —como buen hombre de la tercera edad, no quería decirlo, sabía que él cuidado de su salud debía ser más estricto, y no pensaba pelear por eso.

—Claro que te voy a regañar, no tienes nada que hacer afuera desde la madrugada, papá, hace frío y a tu edad un resfriado... —suspiró y negó, ayudándolo a ponerse de pie. —Bien, última vez que te encuentro así.

Solamente pudo asentir, pero ambos sabían que no cumpliría esa promesa. Al entrar sonrió al ver a sus nietos, abrazandolos. Eran buenos niños, y se portaban bien, además de que al pequeño le gustaba la música e iba seguido a su casa para poder aprender de él y tocar la guitarra. También abrazó a su nieta, era amable y curiosa, un par de años más grande que su nieto.

Una carta para Jimmy PageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora