Una carta para Jimmy Page

Desde que te amo.

Jimmy

Llevaba varios días a rebozar de morfina, me dolía verla así, pero aún en conciencia se había negado a la eutanasia. Decía que no teníamos porque decidir cuando acababa su vida. Y ahí estaba yo, tratando de no llorar como un bebé al verla así. A veces tenía días lucidos donde tenía a James ahí, con ella, y a Scarlett haciéndole fotos y a mi tocando la guitarra. La con sentíamos mucho. En esos días también estaba su padre en Headley Grange. Acaricié sus manos y simplemente tomó las mías.

—Vamos a estar juntos, Jimmy, quiero que vivas por los dos. —pidió suavemente mientras acariciaba mis mejillas. No podía negarme, era uno de sus últimos deseos.

Asenti y besé su frente. Era una mujer hermosa aunque sus ojos estuvieran rojos y viera las manchas. «es la sangre, ya no ve bien » los últimos meses el cáncer había hecho de las suyas en su páncreas y también se hizo de sus huesos, a penas y se levantaba, pero nunca sin ayuda, las primeras veces, había estado en el hospital y con la cadera rota. Si hubiera podido cambiar el lugar, realmente lo hubiera hecho. 

Ese era un día lucido, cuando escupió entre toses, salió sangre, y le ayudé a limpiarse la sangre. Suspiró y solamente acarició mis mejillas.

—Te amo, Jimmy, y mucho. —me acarició el cabello y dejé que me besara un momento. Quería que fuera feliz aunque fuera ese día, me dolía verla así.

—Mamá, mira. —Scarlett entró con un enorme lienzo, era aquel viejo cuadro que ella nos hizo.

—Aún tiene los detalles que hiciste —le sonreí, besando su frente. Ella solamente asintió y supe que ya era tarde.

Ella se estaba yendo, poco a poco pero se iba. Y eso era una de las cosas que me partía el alma, no quería perderla, no quería dejarla, ella me prometió que estaríamos juntos para siempre y ahora se iba. Era injusto, demasiado, y no iba a poder vivir con eso, no podría. ¿Como se supone que dejas ir a tu más grande amor así como así? No podía y me negaba a aceptarlo, pero verla así de frágil, con sus ojos azules perdidos en la nada, llenos de esas manchas de sangre, sus manos temblando, su rostro delgado... No iba a dejar que viviera de esa forma. No podía verla sufrir.

—Hoy me voy, Jimmy. —murmuró una vez que estábamos solos, tomando mi mano. —Mi abuela hará galletas para mí.

Yo sabía que no hablaba de galletas. Su abuela murió antes de que sus padres se casaran, así que lo sabía. Ella ni siquiera la conoció. Estaba delirando.

—Trae unas para mí. —besé su frente y le acurruqué. No quería verla sufrir un poco más, no podía.

Por la noche, me quedé con ella, cantándole mientras estábamos abrazados. Cuando le quedé dormido, ella se abrazaba a mí y decía lo mucho que me amaba. Fue la última vez que la oí. Por la madrugada aún respiraba, solo un poco, y después, mientras le cantaba de nuevo, al terminar la canción, ella se detuvo. Mi mundo se vino abajo y comencé a llorar, abrazándola contra mí. Mi más grande amor se había ido, la mujer de mi vida ya no me recibiría en sus brazos nunca más. De inmediato me estiré y después de calmarme, llamé a una ambulancia y seguido de ello llamé a mi suegro y a Brandon. Cuando llegaron ella ha no estaba más, solamente besé su frente antes de que cerrarán esa bolsa oscura. James y Scarlet estaban en la habitación, abrazados. Mi hijo no sabía que ocurría, pero Scarlet sí.

Solamente pude enviarles a dormir, aunque yo me mantuve ocupado el resto de la noche, organizando papeles para el acta de defunción. Y entre búsqueda de papeles, encontré miles de cosas. Un álbum de cuando estaba embarazada de James, donde había de todo. Verla en esas fotografías me hacía pensar en todo el daño que le hice esos años, llenos de infidelidades, mentiras, pero también llenos de gloria para ambos. Ahora ella ya no sufría y eso era mi consuelo. La idea de que ella ya no estaba perdida entre sus recuerdos, que ya no me decía que no podía verme por las manchas en sus ojos.

En el entierro, fue algo muy privado, tanto como se pudo. Miré sus facciones. Al menos se molestaron en maquillarla como a ella le gustaba, y llevaba uno de mis regalos, un vestido rojo y su cabello negro ya con algunas canas peinado, cayendo sobre sus hombros. Incluso en su sepulcro era hermosa. Mis hijos y yo fuimos los primeros en llegar y también los últimos en irnos. James se veía alterado, porque era muy pequeño para comprender que la muerte es parte de la vida. Al llegar a casa, solamme encerré y abracé su almohada. Olía a ella, a ese perfume Pachuli que tanto le gustaba usar en las noches especiales.

Luego de dos años de duelo, decidí que mi vida no iba a detenerse. Janis había sido mi amor, sí, pero yo no dejaría que eso me controlará. Aunque ella siempre estuvo ahí, tenía que superarla, tenía que dejarla atrás. El hecho de salir con distintas mujeres creó problemas con Scarlet y James. Él ya iba a entrar a la adolescencia y no quería un reemplazo de su madre, era obvio. Y acabaron yéndose.

Jamás pude encontrar a una mujer como ella, y a pesar de que tuve más hijos no era lo mismo. Despertar entre los brazos de alguien más que no fuera ella me rompía en el alma, pero lo oculté lo suficiente para que no volviera a dominar me. Tanto así que dejé de ir a ver su lápida, incluso cuando mi suegro falleció preferí no ir, no quería. No estaba listo para enfrentarme a la muerte otra vez.

Me fui alejando tanto como pude de ella y todo lo que la rodeaba. Y ahí estaba la respuesta a porqué James ya no le dirigía la palabra. Scarlet lo hacía, pero cada vez que tocaba esa fibra nos alejabamos por un tiempo. No quería ver esa piedra con su nombre, no podía.

De vez en cuando aún recordaba la forma en que me abrazaba esa última noche, en cómo le cantaba para calmarla. Y era cuando prefería embriagarme para ahogar los recuerdos. No quería seguir pensando en ella, en todo lo que cambió en mi vida y la forma tan prematura en que se había ido. No estaba listo para afrontar que nunca iba a olvidarla.

Creo que no es difícil adivinar que es el final. Durante la semana estaré publicando el epílogo y agradecimientos. Gracias por leerme.

—Jan.