Hasta morir.

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Dedicado a una de mis más grandes amigas y lectoras: percyszeppelin

Janis

Llevaba casi dos meses de plena agonía. Recordaba a Jim Morrison y sus palabras el día en que le conocí:

“...La vida, duele mucho más que la muerte...”

Era verdad. Mis dolores de cabeza se habían hecho más intensos, más dolorosos, más duraderos. En momentos como ese deseaba morir, desaparecer. Ese día especialmente me dolía la cabeza, Jimmy besó mi frente y me preparaba un desayuno mientras yo me moría por ir a orinar pero me mantenía quieta. La última vez que quise ir sola me partí el codo en un resbalón y era tanto el dolor que sólo me quedó chillar mientras esperábamos a que viniera una ambulancia. La habitación estaba oscura, el día era gris y las cortinas estaban corridas, para no ser molestada. Por lo que escuché desde dentro, Jimmy le pidió a los niños no pasar. Hacía bien.

La puerta se abrió y con ella entro Jimmy con una bandeja llena de comida.

—Jimmy, necesito que...

—¿El baño? —una de sus cejas se enarco y asentí. —. Ven. —me acurruqué en su pecho y me cargó.

Después de una ayuda tremendamente incómoda volví a mi cama, dónde mi descanso cada vez era más tortuoso. La comida no me sabía tan bien, y aunque seguramente en otro tiempo me habría parecido deliciosa en ese momento sólo me obligué a tragar. Una vez terminado aquello me dormí un buen rato si no es que toda la mañana.

Una vez me despabilé un poco, trate de sonreír. Jimmy estaba acariciando mis manos mientras cantaba algo, cuando se percató de que desperté sonrió un poco. Besó mi frente y preguntó si gustaba tomar un baño. Acepté y sentí como me abrazaba ligeramente.

—No me hago a la idea de que un día ya no estés conmigo, Jan. —comenzó a llenar la tina con agua caliente.

—Imaginate yo, Pagey, es horrible pensar que me estoy muriendo poco a poco.

—No quiero que te vayas. —se arrodilló frente a mi y acarició mis manos. —. No se que va a ser de mí.

—Prometeme que vas a seguir, Jimmy, no quiero que te detengas. Quiero que tú sigas por los dos, por favor. —besé sus mejillas y él solamente asintió.

Mientras tomaba el baño sentí un poco de ardor en los brazos, aunque traté de ignorarlo, así me concentré en el agua caliente y Jimmy, que me sonreía como un tonto. Sabíamos que no me quedaba mucho tiempo, y por ello ambos decidimos dar todo de mi en lo poco que me quedara. Al salir de la tina él me ayudó a arreglarme. Un vestido color verde oscuro y mi cabello peinado me hacían ver reluciente.

—Me pondré maquillaje, no tardo. —él sonrió orgulloso, besando mis mejillas y así fue como salió. Durante mi baño me habló sobre llevarme a cenar, decía que era una fecha importante, aunque yo no recordaba bien cual era. Mi maquillaje fue excéntrico, la sombra verde oscuro fue combinada con la negra, un poco de brillo blanco en el lagrimal y un delineado plateado.

Pronto alguien llamó a la puerta y mencioné un "pase", viéndole pasar. Llevaba un traje negro y una corbata color verde, el mismo de mi vestido. Él siempre haciéndome sonreír mientras me colocaba labial.

—Luces como una diosa. —Sonreí y me levanté con su ayuda. Para bajar las escaleras tuvo que cargarme. Cosa que hizo sin ningún problema. Bajé tanto de peso que prácticamente a él le era fácil tomarme entre sus brazos y llevarme a donde quisiera.

Jimmy.

Llegamos a un bonito restante, y le llevé a una mesa la cual daba a un enorme ventanal donde podíamos ver Londres entero desde ahí. Ella lucía tan hermosa como cuando la conocí. Al estar sentados ella pidió una orden sencilla, quizás la más ligera del menú, pero yo la entendía, estaba enferma y ya no podía comer cualquier cosa. Pedí un vino tinto el cual nos acompañó mientras comíamos y hablábamos de cualquier cosa.

—¿Para qué me has traído aquí, Jimmy? ¿Para qué una cena romántica justo ahora? —murmuró plantando sus azules sobre mí. Suspire tragando y tomando su mano de inmediato. Lo que iba a decir no me era fácil.

—Me estoy despidiendo de ti, Janis. Suena horrible, más para mi, eres mi esposa y junto a ti he vivido los mejores años de mi vida y pensar en que un día de estos yo despierte y tu ya no lo hagas me destroza. —no pude contenerme y comencé a llorar. Me dolía pensar en que ella ya no iba a estar para apoyarme en mis decisiones o para hacerme sensato en otras. —. Te amo como nunca amé a nadie, lo hice de la forma más pura en que pude amar a alguien y la idea de que un día partas así como así es algo tan doloroso...

Ella acuno mi rostro en sus manos, limpiando mis lágrimas. Sabía que se estaba haciendo la fuerte aunque también le doliera todo lo que estaba pasando.

—Hoy cumplimos siete años de casados, y pensar que pude pedirte que te casaras conmigo antes me hace sentir como un idiota. —susurré mientras ella limpiaba mis lágrimas.

—No necesitaste pedirme matrimonio para disfrutatme, Jimmy, nunca, no era necesario.

El resto de la velada fue recordar cosas que habíamos vivido antes. Todo era más soportable por momentos. Al volver a casa ella estaba dormida. Cuando llegamos la cargué hasta muestra habitación. Después de quitar el vestido que cubría su cuerpo le ayudé a ponerse un largo camisón. Así, ella ya estaba cómoda para dormir.

Días después hicimos un viaje por carretera, y lo disfrutaba mucho. Visitamos la playa, algún bosque cercano, el Tamesis, y por supuesto fuimos a Chotchford Fram, en Sussex, donde podíamos disfrutar del verano. Entonces ella ya usaba una cilla de ruedas, le costaba demasiado caminar. Los siguientes meses eran mas duros, el cáncer ya estaba en sus huesos y también llegó a todo su sistema digestivo, por lo que a penas retenía la comida.

Pero ella no paraba, yo veía como se aferró a la vida, y eso me hacía desear volver a casarme cada día de mi vida con ella.

Una carta para Jimmy PageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora