Viaje color ceniza.

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Brandon.

Mi hermana estaba ahí, en el aeropuerto con su familia. Mentiría si dijera que no le había tomado cariño a Jimmy, pues fue él con quien ella conoció el cielo y ahora también compartía su infierno. Me partía en corazón volver a verla enferma, flaca, ojerosa y sin fuerzas.

Dejaba múltiples besos en las mejillas de sus hijos y los labios de su esposo. Quizá ella presentía algo, a lo mejor que algo pasaría.

—Rune, ya es hora. —musité para apartarla de ellos. No me agradaba, pero debía hacerlo.

—Los amo, con todo mi corazón. —les abrazó por última vez y fue junto conmigo para abordar.

Ella se sentó del lado de la ventanilla, mirando a la nada. Tomé su mano y la acaricié, sin saber realmente que decirle.

—No necesito tu lástima, Brandon, puedes irte aún —apartó su mano de las mías, escondiéndola en sus ropas. —. Estoy cansada de que todos me vean así.

—Jan, no tienes porque decirme eso, soy tu hermano y sé lo fuerte que eres, pero deja de fingir que lo eres ahora cuando te estas rompiendo por dentro.

—¿Sabes? Si por algo Jimmy me ganó fue porque al menos él no le mira como un objeto, como algo sin sentimientos, como una herramienta... Pero ahora me ve como si me fuera a romper.

—Lo hace porque no quiere perderte, al igual que todos los demás.

Se quedó callada, mirando al cielo otra vez. Sabía que le había puesto en su lugar con ello, aunque quizá ella pedía que no la viéramos con lástima.

Durante el viaje ella había dormido mientras yo hacía algunas cuentas del hotel, quizá cuando llegáramos le llamaría y le explicaría los resultados. Al salir fui por las maletas mientras Janis había entrado a un restaurante cercano para comer algo.

Cuando me reuní con ella encontré un plato para mí.

—Supuse que te gustaría, así que lo pedí. —comía su plato de espaguetis a la bolognesa, desde pequeña le gustaban mucho.

—Acertaste, enana.

Poco después fuimos al hospital donde ya la esperaban algunos doctores. Comenzaron su tratamiento y por primera vez en mas de diez años la vi pasar por aquello. Hacía unos meses se había mandado a hacer una peluca con su propio cabello, y ahora simplemente se la quitaba.

Después de aquello se había quedado ahí dormida, así que me tomé la libertad de llamar a mi padre con un teléfono que estaba ahí.

¿Hola?

—Soy yo, Bran, Jan está dormida, llegamos bien.

—Me alegro de verdad, Jimmy me trajo a los niños, quería hablar conmigo, además de que James ha crecido bastante.

—También vi a mi sobrino, ha cambiado mucho. —Jan se removió en las cobijas, pero sólo eso.

—Ya te comunico con él. —escuché que cubría la bocina para así comunicarme con James, el hijo de Jan. —Hola, ¿mamá está despierta?

—Hola, campeón. Lamento decirte que no, pero en cuanto abra sus ojos le diré que la llamaste.

Dile que la quiero mucho, que la extraño y que quiero estar con ella.

—Claro que sí, pasame a tu papá.

Pronto, con quien hablaría sería Jimmy.

Una carta para Jimmy PageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora