Amor prohibido [TERMINADA]

Escapate conmigo Capitulo 47

Rafael

Y yo tan estupido creyendome todas sus palabras. ¿como he podido ser tan imbecil? ¿Cómo? Sus besos, sus caricias, no son solamente mias.

Aún no podía asimilar lo que acababa de ver. No me podía creer que Labinia fuera capaz de besar otros labios después de tocar los mios, después de confesarle el amor que sentía por ella. ¿estará jugando conmigo? -No creo, no creo que sea capaz de hacer algo así. - Dios, vi como otro la besaba, como la sostenía por la cintura, mi corazón está destrozado. ¿Porque el amor tiene que doler tanto? Si, el amor duele, y duele mucho. Tanto que siento que me estoy muriendo por dentro, como si ya no hubiera un mañana para mi.

Tal vez sueñe extraño, pero ella era la razón por la que cada mañana mi dia se iluminaba con solo pensar en ella.

Es la prometida de Eduard, tal vez en el fondo me imaginaba que siendo su novia el la besaria o abrazaría, pero la esperanza estupida que tenía dentro de mi, esa esperanza de pensar que ella lo rechazaría por mi... pero no fué así.

¿Y lo peor de todo? Lo peor de todo es que vi en las caricias de ella, mucho fuego al acariciarlo, en su beso vi mucha pasión... Y eso me duele, me duele saber que a pesar de todo, ella bese a otro con tanta pasión, me muero de celos al pensar que otro puede hacerla sentir mujer, no soportaría saber que ella sienta algo por otro hombre, ni tan siquiera atracción.

Ya era bastante tarde, me tenía que acostar, pero no podía, ¿como iba a poder si no dejaba de pensar en aquella imagen, esa imagen que cada vez que cerraba los ojos me venía a la maldita mente.

Salí de la habitación, todo parecía estar en silencio. Estaban todos durmiendo. Me fuí directamente s la cocina a tomar agua, como no podía dormir, tenía que hacer algo.

Como había luna llena iluminándo por la ventana de la cocina, ya no encendí la luz. Abri el frigorífico y me agaché a por una botella de agua. Al cerrar la puerta del frigorífico, vi a Labinia de pie al otro lado de la cocina.

- No sabía que estabas aquí. Dijo ella cubriendose el cuerpo con la bata de satén que llevaba.

- Yo tampoco me imaginaba que aún seguías aqui. ¿no es muy tarde? Pregunté yo celoso de pensar que se quedaría a esas horas con Eduard.

- ¿Tarde? Dijo ella caminando hacía el frigorífico y abriéndolo se agachó para coger una botella de agua. Que hermosa se encontraba, esas piernas que me hacían enloquecer. Ella continuó hablando con la puerta abierta. - Esque te he dicho que me quedo a dormir aquí.

- ¿Porque? Pregunté yo preocupado pensando lo peor. Ella lo había dicho tan simple y tan normal.

- Es la casa de mi prometido. Respondió ella haciendome mueca.

- Ya.... Aún no es tu marido. Respondí yo fingiendo estar bien. Esperaba que ella me dijera algo de lo que había pasado en la biblioteca, pero no, no decía nada.

- Aún. Bueno... te dejo que ya es tarde. Dijo ella caminando deprisa para salir de la cocina.

- Espera, ¿A donde vas? Pregunté yo pensando en que se iría con Eduard.

- A la habitación. Respondió ella tan normal.

- Eso ya lose. ¿Que habitación? Pregunté yo para hacerme entender.

- Ahhh –se rie. - La habitación de la mansion.

- Labinia. Le dije yo acercándome. - No juegues conmigo.

- No estoy jugando Rafael. Me voy que es tarde.

- ¿Te espera Eduard? Pregunté yo cuando ella ya se estaba marchando. Ella se giró sonriente y se acercó nuevamente a mi. - ¿Y si fuera asi que? Preguntó ella. - Porque acepaste sus besos. Pregunté yo muy nervioso a la vez que sentía que la sangre me hervía por dentro. - ¿Perdon? ¿Acaso te tengo que pedir permiso para besar a mi prometido? Preguntó ella con los brazos en la cintura. - ¡Si! Le respondí yo cogiendola de golpe por la cintura. - ¿Y sabes porque? Le dije yo acercandome a sus labios. - Porque no puedes besar a otro hombre, no soporto eso Labinia. La solté de mis brazos y me senté en una silla.