Dos tontos y un bebé (Dylmas)

Capítulo 2

Me quedé ahí parado en estado de shock, Thomas pegó un pequeño brinco cuando el bebé comenzó a llorar y de inmediato intentó calmarlo, meciéndolo de izquierda a derecha. Yo simplemente no sabía cómo reaccionar, estaba perdido en mis pensamientos, ¿Qué hacía un bebé en la entrada de mi casa y en los brazos de mi novio?

—¿Qué-qué hacemos? —preguntó Thomas con temor, al parecer también estaba en shock

Me quedé callado, no sabía qué responder, ni qué decir, no podía ni moverme, mi vista estaba clavada en la pequeña criatura que no dejaba de llorar, ¿cómo asimilar esta situación?

—¡Dylan! —el grito de Thomas me hizo salir de mi trance

—¡Tráelo a la casa! ¡No te mojes con la lluvia!

Obedeció. Se levantó y rápidamente entró a la casa, corrió hasta el comedor y dejó al bebé sobre la mesa. Tomé mi cara y froté mis manos sobre esta con frustración.

—Shhh, tranquilo —Thomas intentaba calmar al bebé mientras yo sentía que mi cabeza iba a explotar

—Dios, Dios, ¿qué vamos a hacer? —dije sumamente estresado

—No tengo idea, pero primero necesitamos calmarlo... o calmarla

—Iré a revisar si hay algo en esa canasta

—¿Algo como qué?

—No sé, tal vez unos pañales —hablé con sarcasmo y Thomas rodó los ojos—. A ver si dejaron alguna dirección de sus padres, yo qué sé, tiene que haber algo ahí

Corrí a la puerta y la abrí nuevamente, las gotas de lluvia me empaparon un momento debido a la fuerza con la que el viento soplaba, tomé la canasta lo más rápido que pude y volví con ella hasta donde estaba mi novio.

—¿Hay algo?

—Estoy buscando —respondí mientras alborotaba aquella canasta, al encontrar un pedazo de papel festejé en silencio y lo leí:

"Hola extraños:
Hoy han recibido a una gran bendición, perdón por hacer esto, pero no le puedo dar un buen futuro yo sola.
Espero que ustedes puedan hacerlo.
Tiene un año y le encanta jugar con el osito de peluche que dejé en la canasta.
Buena suerte y gracias."

—¿Qué dice? —preguntó Thomas algo irritado por el molestoso llanto del bebé

—Pues hemos recibido una hermosa bendición —sonreí falsamente y mi novio torció los labios

—Dame eso —me quitó el papel de las manos y lo leyó—. ¡¿Una bendición?! ¿Cómo es que nosotros cuidaremos de esta bendición?

—No podemos cuidarlo, Thomas, somos jóvenes; además no sabemos nada acerca de cuidar bendiciones

Y el llanto aumentó aún más, lo que hizo que nos irritáramos más.

—¡Haz que se calle! —grité cubriendo mis oídos

—¡No sé cómo callar a un bebé!

—¡Intenta algo!

—¡No se me ocurre nada! —me devolvió el grito

—Prueba con el osito, ten —se lo di y al muy idiota se le cayó al piso, recogió el juguete y se lo puso delante del bebé

—Hola, soy un oso —intentó hacer una voz aguda, pero como su voz es gruesa, eso parecía alguien agonizando; al ver que no daba resultado, tomé el oso y se lo puse sobre su cuerpo, pero no conté con que tiraría por lejos al pobre muñeco