Capítulo 17

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La película transcurría, Thomas se encontraba recostado en mi pecho, sus manos estaban aferradas a mi cuello y su nariz rozaba el mismo, mi piel se erizaba cada que su respiración chocaba con mi piel. Llevé mi nariz hacia su cabello y aspiré su perfume, era un olor que lograba que me olvide de todo.

Mi vista estaba clavada en el televisor, no entendía nada de la película, mi mente estaba en otro mundo, pensaba en qué podría estar haciendo la bebé, ¿me extrañará tanto como yo lo hago? ¿Estará llorando? De seguro y sí. Sentía tanta pena por ella.

La película terminó, Thomas y Kaya se habían quedado dormidos, los únicos despiertos quienes navegábamos en nuestros celulares éramos Ki y yo.

—Dylan, ¿estás despierto? —me preguntó mi amigo

—Sí, ¿por?

—Vayamos a la tienda a fumar un tabaco

—No fumo

—Entonces acompáñame, tonto

—Ve tú, Thomas está dormido sobre mí —mentí, en realidad quería decirle: "No tengo ganas de nada"

—Tíralo a un lado. Vamoooooos —alargó la o—. Y te compro algo

—Está bien

Con cuidado, tomé las manos de Thomas y las separé para desanudarlas de mi cuello. Luego, tomé su cabeza y lentamente la coloqué sobre la almohada. Me levanté y lo observé, comenzó a moverse y murmurar cosas sin sentido. Lo tapé con una de las cobijas y besé su frente.

—¿Dyl? —murmuró con los ojos cerrados

—Aquí estoy bebé —susurré acariciando su cabello—. Iré a la tienda con Ki. Sigue durmiendo

Él solo asintió, se abrazó a la almohada y continuó durmiendo.

Salí de la habitación con Ki delante de mí y ambos bajamos las escaleras. En uno de los muebles de la sala, vi el unicornio de peluche de Olla, por lo que lo tomé y salí con Ki a la calle. Llegamos a la tienda y mi amigo pidió un tabaco y dos refrescos de naranja, mi sabor favorito. Ambos caminamos hasta una mesa y nos sentamos en unas sillas amarillas que estaban cerca de ella. Me extendió uno de los refrescos y yo lo tomé, dejando al unicornio sobre la mesa. Mi amigo lo miró confundido y lo señaló con el ceño fruncido.

—¿Y eso?

—Ah, es de Olla

Ki escupió el refresco y soltó una carcajada.

—¿Olla? ¿La bebé? —rió nuevamente, y yo asentí serio, ya que no me causaba gracia—. ¿Qué clase de nombre es ese? ¡Ni siquiera es un nombre!

Sonreí al recordar cómo nació su nombre.

—Era un nombre temporal, como un apodo, ¿entiendes?

—Oh, entiendo, pero, ¿por qué Olla?

Tomé un sorbo del refresco y observé detenidamente el unicornio. Narré toda la historia de cómo Thomas y yo decidimos llamarla así, Ki no podía parar de reír, en sí no se estaba burlando, más bien le daba gracia todo lo que le conté.

—Esa niña es tremenda —soltó una risita—. Muy inquieta igual que sus padres, sobre todo tú

—Sí, era tremenda —sonreí mirando el suelo—. Me llamaba Caca —Ki rió por enésima vez—, no podía decir mi nombre, hasta... hasta cuando la dejamos

—Ay qué pena, ¿cómo fue?

—Me llamó Ylan justo antes de llevarla al orfanato. Y cuando la dejamos me llamó "papá"

Dos tontos y un bebé (Dylmas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora