Capítulo 47

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—Mira, cada vez que tengas ganas de ir al baño, simplemente te bajas el pantalón —simulé hacerlo mientras Claudia me observaba atenta, de pronto, el timbre de la casa sonó—. ¡Kaya! ¿Podrías ver quién es?

—¡Voy! —me gritó desde abajo

—¿En qué me quedé? Oh sí, en el pantalón, después te sientas en el inodoro y listo, por último me gritas que ya estás lista; muy fácil, ¿podrás hacerlo? —ella asintió—. A ver inténtalo

Claudia volvió a asentir y se bajó su pantalón morado junto a su interior, miró el inodoro, se le acercó, e intentó subirse en él, pero no pudo, ya que estaba muy alto para ella.

—No acanzo —me miró triste

—Mmmm —pensé un momento y mi vista recorrió el baño, sonreí al ver un pequeño banquito debajo del lava manos, el que Clau siemper usaba para lavarse los dientes y poder mirarse al espejo; me acerqué a este, lo tomé y lo coloqué cerca del inodoro—. Sube —le di la mano para que se apoyara, pisó en banco con dificultad y subió, giró con lentitud y se sentó con cuidado, apoyando ambas manos en la taza para no caerse—. ¡Muy bien! —exclamé contento mientras aplaudía varias veces

—¿Paya qué sive esto? —preguntó señalando la manija del inodoro

—Es para que tu popó y tu pipí no se queden aquí para siempre, pero nunca lo jales cuando estés sentada aquí, ¿ok?—asintió con la cabeza—. Bien, ahora bájate tú solita, hasta eso, me lavaré los dientes —caminé hacia el lavamanos y tomé mi cepillo, el cual ya estaba con pasta

Pasaron algunos segundos, al terminar con mis dientes, me lavé la cara para estar más fresco.

—Ah... ¿papá?

—¿Sí amor? —giré sobre mis talones y solté una carcajada al verla dentro del inodoro intentando salir—. Mujer, te dije que te bajaras, no que entraras

—¡No fue mi cupa! ¡Sácame de aquí!

—¡Oh, no puede ser, el inodoro te comerá! —exclamé en son de juego

—¡Ayúdeme señor! ¡Me está comiendo el tasero! —inmediatamente me siguió el juego

—¡No! ¡No te comerás el trasero de mi hija! —tomé sus manos y tiré suavemente

—¡Sálvame papá!

Tiré aún más fuerte y logré sacarla de ahí, antes de que pudiera caer al suelo, la agarré firmemente y ambos reímos.

—¡Mi héroe! —chilló contenta y me abrazó

—Ya estás a salvo del inodoro malvado, princesita, ahora súbete el pantalón

Ella asintió y me obedeció.

—Te pondré el pañal por si acaso pasa lo mismo que la última vez, pero ya sabes, me avisas, ¿sí?

—Sí papá

Solté un grito de sorpresa cuando giré sobre mis talones y vi a Carmen, la visitadora social, parada con una sonrisa muy grande en su rostro.

—¡Carmen! —chillé colocando una mano en mi pecho—. ¿Estuvo observando todo? —ella asintió

—Eres un gran padre sin duda alguna. Me encanta toda la atención que le dedicas a Claudia

—¿Quiere decir que está satisfecha?

—Demasiado, Dylan, según tus visitas de hace un año estuviste a punto de perderla por irresponsable, pero mírate ahora

—Mi novio era el irresponsable —le susurré y ella levantó las cejas

—Bueno, ¿Claudia ha hablado de él nuevamente? Supongo que ya te lo dijo —me habló lo más bajo posible

Dos tontos y un bebé (Dylmas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora