Capítulo 18

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Thomas:

La cara de Dylan provocó que me abofeteara mentalmente durante largos segundos y varias veces. ¡QUÉ TONTO SOY! Era obvio que se puso mal al pensar en la bola de pelos. Rápidamente me levanté del pasto y corrí a la carpa, abrí el cierre y asomé mi cabeza, ahí estaba él sentado en una de las esquinas, observando el unicornio de peluche que le habíamos comprado a la niña, su rostro estaba empapado en lágrimas y sorbía su nariz cada cierto tiempo. Hice una mueca de preocupación y me acerqué a él, me senté a su lado y Dylan recostó su cabeza en mi hombro sin despegar la mirada del muñeco de felpa colorido.

—Lo siento

—No, tranquilo —sorbió su nariz—. Creo que estoy exagerando un poco

—Es cierto Dyl, es que tú sí te encariñaste con ella

—No pude evitarlo

—Te lo dije, y como siempre nunca me escuchas

—Lo siento, no puedo ser tan insensible como tú, soy frágil, como una caja llena de vasos de vidrio a punto de ser subida a un avión

—Pero yo sería el encargado de transportar la cajita frágil —lo abracé contra mi pecho, levantó la mirada y me sonrió levemente

—Pero yo sería el encargado de transportar la cajita frágil —lo abracé contra mi pecho, levantó la mirada y me sonrió levemente

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—. Y no te romperías, ¿lo ves? Así como ahora que estás sonriendo gracias a mí, además dejaste de llorar

—Te quiero muchísimo —musitó escondiendo su cara en mi cuello

—Yo también Dyl —besé su cabeza y miré al frente mientras acariciaba su brazo de arriba hacia abajo, agradeciendo porque logré calmarlo 

A partir de ese instante, nadie dijo palabra alguna, el sonido de las hojas de los árboles chocar unas contra otras nos daba una cierta sensación de paz y provocaba que el silencio no fuera incómodo, aunque en realidad, nunca lo era cuando estábamos juntos, a menos que estemos peleados. Los pensamientos llegaron a mi mente, la imagen de la bola de pelos llorando una y otra vez se proyectaba en mi mente y me atormentaba, agitaba la cabeza, pero nuevamente regresaba, la imaginaba en muy mal estado, abandonada en aquel orfanato lleno de monjas, había leído que los orfanatos no eran como parecían, no trataban bien a los niños, sobre todo cuando hacían travesuras o berrinches, y Olla era campeona para aquello, no quería ni pensar en qué le podrían estar haciendo. Tomé el unicornio de las manos de mi novio y lo observé detenidamente, recordé la alegría de esa pequeña niña cuando jugaba con él o simplemente lo llenaba de saliva, como siempre acostumbraba a hacer con todo lo que tenía a su alcance. Suspiré.

—Me da rabia

—¿Por qué? —me preguntó mirándome

—No le dieron su unicornio —mi vista no se despegaba del peluche

—Monja culera

Reí suavemente.

—Pobrecita —dije sin pensarlo

—Lo sé —susurró Dylan pasándose una mano por la cara—. No debimos hacerlo

—Teníamos que, Dyl

—Yo quería adoptarla

Puse mis ojos en blanco y suspiré.

—Dyl...

—Ya sé, ya sé —me interrumpió—. Pero, ¿sabes por qué me hubiera gustado adoptarla?

—¿Por qué?

—¿Te imaginas a nosotros con ella ayudándola a caminar? Después correr con ella en el parque, sus primeras palabras, además de Ommy, Ylan, papá, papi y caca. Escucharla llorar porque tuvo una pesadilla y que en un parpadeo viniera a nuestra habitación asustada a dormir con nosotros. Consentirla en todo lo que quiera, y que de la nada nos hiciera un berrinche. Su primer día de escuela. Perdonarla cuando haga alguna travesura. Sus cumpleaños. Su primer día de colegio. Su fiesta de 15 años. Su graduación. Su primer día en la Universidad. Su primer novio. Cuando nos deje. Cuando tenga bebés y seamos abuelos, ¿no crees que hubiera sido genial?

Lo pensé un momento, Dylan tenía razón, con cada oración que decía cierta emoción se creaba en mi interior y no sabía el por qué, tal vez con solo imaginármelo creaba nuevas historias y momentos aparte de los que mi novio ya había mencionado.

—Te faltó mencionar su boda —él sonrió satisfecho—. Pero como ya te dije, nuestra capacidad económica no es la adecuada para adoptarla, en unos años adoptaremos otro bebé

Asintió con la cabeza y no dijo una palabra más.

En medio del ahora incómodo silencio, sacó su celular y buscó algo en su galería. Fruncí el ceño observando la pantalla y cómo sus dedos bailaban sobre esta.

—Aquí está —susurró y reprodujo un vídeo

En él se encontraba la bebé sentada sobre las piernas de Dylan bailando la canción de Queen: Another One Bites The Dust (multimedia xd) mientras soltaba varios balbuceos.

Se escuchó la risa de Dylan y a continuación dijo lo siguiente:

—Mírala, mírala —me enfocó a mí y yo sonreí mirándola mientras conducía—. ¡Qué tierna!

—¡Ommy! —chilló y se paró en las piernas de Dylan, quien la sostuvo de sus brazos para que no cayera

Ella comenzó a mover el trasero de una manera muy cómica, provocando varias carcajadas por parte de Dylan. Luego miró a la cámara y sonrió.

—Di: Dylan

—¡Caca!

Dylan y yo reímos mirando la pantalla.

—No caca, Dylan. Dyyyyylaaaaan

—Caaaaaacaaaaaa

Nuestras risas y las del video se mezclaron.

—¡NOOOOO!

La bebé (del video), Dylan y yo reímos por el tono de voz que utilizó mi novio en el video; y cuando este finalizó, ambos soltamos una pequeña risita.

—Qué buenos tiempos —dijo él

—Sí —musité aún con la sonrisa en mi rostro

—Extraño que me diga Caca

—Era tan divertido, debiste a haber visto tu cara la primera vez en la que te lo dijo. Esa niña era tremenda

—¿Te acuerdas cuando te vomitó encima?

—Estuve a punto de explotar —le sonreí

—¡Estabas rojo! —rió

—Y después regresé a cambiarme. Fue asqueroso

—¿Recuerdas a la vaca?

—¿Te acuerdas cuando me caí y me agarraste del bóxer para que me levantara?

Ambos reímos.

—Fue horrible, pendejo —dije golpeando ligeramente su brazo

—Ah pero fue divertido

—Sí, gracias a esa niña hicimos algo diferente en nuestras asquerosas vidas

Nos miramos un momento e hicimos una mueca.

—Somos tontos —dijimos al unísono

—Pero era lo correcto —Dylan asintió y yo lo abracé—. Lo superaremos

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Perdón por ausentarme :) mugre vida colegial :)

Dos tontos y un bebé (Dylmas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora