Capítulo 11

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—No creo que esto sea una buena idea, Dyl

—Shhhh, tú calladito Tommy. Ahora déjame ver cómo te luce ese vestido

—Espérate que no sé cómo se cierra esta madre

—Déjame ayudarte, ábreme

En menos de un parpadeo, la puerta se abrió lentamente, entré y no pude evitar soltar una carcajada. ¡Mi novio, estaba usando un vestido! Creo que es una de las cosas más graciosas que pude haber visto en toda mi vida.

—Oh por Dios. Necesito tomarte una foto

—Tú me tomas una foto y yo te corto los huevos

—El que no disfrutará serás tú si lo haces

Recibí un golpe por su parte y la niña rió.

—¿Vas a ayudarme? —preguntó mirándome

—Está bien

Volví a reír y dejé a la niña sentada sobre una pequeña tabla que había ahí. Me coloqué detrás de Thomas y le ayudé a subir el cierre.

—¿Por qué yo tengo que vestirme de mujer y tú no?

—Porque tú eres la pasiva, ya no te quejes

—Odio cuando tienes razón

—Te queda bien, ¿no?

—Sí, combina con mi cabello —habló con sarcasmo

—Bien, ahora quítatelo, nos llevaremos este

***

—Todavía no entiendo cómo vamos a esconder a la niña

—Tú tranquilo, Tommy. Tengo todo bajo control. Ahora vamos a maquillarte

—¿Ya pusiste el video de Yuya?

—Está cargando

En cuanto el video comenzó, seguí cada paso que ordenaba la Queen Yuya. Mientras colocaba ese polvo rosado en las mejillas de Thomas, quien comenzó a toser varias veces.

—Ahora el delineado

Tomé el tubito negro y lo pasé por los párpados de Thomas.

—No te muevas, no te muevas

Pero el muy pendejo estornudó y provocó que rayara toda su frente con negro.

—¡Thomas!

—¿Qué? Quería estornudar

—¿Sabes cuán difícil es esto?

—¡Ya lo siento!

—¡Caca!

—Ahora no niña, ¿sí? —dije mientras limpiaba el rostro de Thomas

Minutos más tarde logré transformar a mi novio en una bella señorita de cabello rubio.

—Ufff, si fueras una chica en verdad, hasta yo me hago heterosexual por ti

—Cierra la boca, Dylan. Quiero verme

Le extendí un espejo y observó su rostro mientras recorría sus dedos por él, analizándolo detenidamente, asombrado por mi grandioso trabajo.

—Wow, estoy muy bonita

—Ma... má Ommy

Solté una carcajada al escuchar aquel intento de hablar por parte de la bola de pelos.

—No soy tu mamá, niña —dijo mirándola serio—. Bien Dyl, ahora, ¿cómo la escondemos?

Levanté una ceja y lo observé, su mirada demostraba miedo, miedo por lo que era capaz de hacer.

Dos tontos y un bebé (Dylmas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora