Capítulo 52

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Mis labios comenzaron a temblar lentamente, sentí una corriente atravesar todo mi cuerpo, que comenzaba desde mi estómago e iba directo a mis miembros. Quería hablar, decirle: Tommyregresaporfavorteextrañamosdemasiado lo más rápido que podía antes de que me colgara, pero no podía articular palabra alguna, y es que el hecho de volver a escuchar su voz me impactó tanto que las palabras no podían brotar fácilmente de mi boca. Pude escuchar un sollozo del otro lado de la línea, sonreí y sentí que una lágrima se deslizó por mi mejilla, por lo menos sabía que el hecho de que le había llamado le dolía tanto como a mí.

—Te dije que no me llamaras —su voz quebrada me partió completamente el corazón

—Tommy... —se sentía raro volver a decir esa palabra después de dos largos años

No sabía qué decir ni cómo, no tenía palabras para decírselo, tampoco era lo suficiente valiente. Juro que en este momento quiero pegarme un buen zape para reaccionar y hablarle de una vez.

—Tommy... Tommy no cuelgues por favor

—No, no puedo... lo siento

—Tommy solo escúchame, regresa con nosotros, por favor —mi voz se quebró, solté un sollozó y cubrí mi boca

—Perdónane Dylan, pero... te dije que no me llamaras, respeta... mi decisión — dicho esto, colgó, dejándome atónito con el celular en la oreja

—¿Tommy? —miré el teléfono e hice una mueca—. Carajo —susurré y volví a marcar su número, no me iba a rendir, si logré cruzar un par de palabras con él, lo haré otra vez

Volví a marcar, sin embargo la línea sonó ocupada, solté un suspiro y guardé mi celular con frustración.

—¡Mierda! —tomé mi cabello y lo tiré con fuerza

Era inútil, nunca lograría hablar con él, ni contactarlo, ni mucho menos intentar que regresara. Creo que es hora de darme cuenta de que ya hice todo lo que estuvo a mi alcance y que no hay remedio, pero se me hace tan difícil aceptar que ya no estará más en mi vida, fue mi primer amor y nunca lo supreraré, nadie entenderá cuánto lo amé.

Estaba concentrado en mis pensamientos, hasta que escuché el sonido de la puerta abrirse, giré sobre mis talones y vi a una Kaya desesperada corriendo hacia mí.

—¡DYLAN! —me gritó

—¿Qué ocurre? —traté de que mi voz sonara normal, pero no fue así

—¡Es Claudia! ¡Se está ahogando! —exclamó y me tomó del brazo para llevarme a la sala, en donde se encontraba mi hija recostada en el mueble intentando respirar

Rápidamente me senté a su lado y la coloqué sobre mi regazo, tomé su carita con mis dos manos y la miré desesperado, sus ojos estaban cerrados, y de su boca salían sonidos extraños y fuertes.

—¿Llamaste a una ambulancia?—le pregunté a mi amiga, quien se paseaba por la sala de un lugar a otro

—¡Sí! ¡Ya están en camino!

—Clau, Clau, Clau, quédate conmigo, abre los ojos mi amor—hablaba rápidamente, no sabía qué hacer y estaba desesperado, las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos—. ¿Claudia?—pregunté dando ligeros golpecitos en sus mejillas

De milagro, sus ojos se abrieron de par en par, su mano se movió hacia mi pecho, su mirada estaba clavada en el techo y su boca estaba ligeramente abierta. Tomé su mano y la apreté con fuerza mientras la observaba moverse sobre mi pecho.

—Pa...pá —dijo con dificultad, cada sílaba pronunció después de un gran esfuerzo por respirar—. ¡Me... du...e...le! 

—Tranquila mi amor, vas a estar bien, ¿sí? Vas a estar bien

Dos tontos y un bebé (Dylmas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora