Capítulo 20

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—¡PERO, ¿POR QUÉ ME PEGAS PENDEJO?! —me gritó mi novio acariciando su mejilla de arriba hacia abajo

—¡¿Te encuentras bien o te doy otro?!

—¡No me fumé nada!

—¡Entonces, ¿por qué carajo me dijiste eso?! —coloqué mi mano en su frente—. No tienes fiebre, ¿te duele algo?

—¡Dylan estoy bien! —se soltó de mí agarre y me fulminó con la mirada

—¿Qué? Pero, ¡¡¡¿WTF?!!!

Y exploté, fin.

No, en realidad eso no pasó. Pero fue algo parecido.

—¡Dylan! —escuchaba su grito, pero lo ignoré—. ¿Vas a dejar de mirar el techo y escucharme?

—Estoy analizando lo que me has dicho —escuché que suspiró y sentí cómo se sentaba a mi lado—. Bien, he terminado —me levanté y lo miré—. Mira Tommy, acabas de decirme que quieres volver por ella —él asintió y yo tomé sus manos—. ¿Por qué?

—Hablé... hablé con Ava

—¿Quién es Ava? ¿Es otra de tus amiguitas?

—¡No! ¡Ava! ¡Mi hermana! ¿No la recuerdas?

—La recuerdo pero yo que sepa tú y tu familia no han cruzado ni una palabra desde que les contaste que eras gay

—Lo sé. Pero ella me llamó, me dijo que había llegado al pueblo y que quería verme. Accedí, ya que necesitaba hablar sobre esto con alguien —comentó acariciando su nuca con vergüenza

—¿O sea que preferiste hablar con ella que conmigo?

—No es eso, sólo que si te preguntaba a ti, me hubieses dicho que vayamos por ella. Necesitaba la opinión de alguien más

—Oh, entiendo, ¿y qué te dijo?

—Primero me regañó, me dijo: "¿TENGO UNA SOBRINA? ¡¿POR QUÉ NO ME LO DIJISTE?!" —imitó la voz de una mujer—. Y después: "¡POBRE NIÑA! ¡¿CÓMO PUDISTE HACERLE ESO?! ¡ELLA LOS AMABA!" Y bla bla bla

Asentí y miré al piso con un montón de pensamientos batallando en mi mente. Nos quedamos callados en un silencio incómodo, mi cerebro intentaba procesar las cosas, ¿en serio lo haríamos? ¿Cómo? ¿Cuándo?

—¿En serio lo haremos? —rompí el silencio

—Si tú quieres

—¡Obvio que quiero! ¿Quién dijo miedo? —me levanté de golpe y corrí a buscar una maleta

***

—¡Vamos! ¡Vamos! —chillé contento corriendo hacia la puerta con mis maletas

—¡Ya voy!

Estuve a punto de salir disparado al abrir la puerta, de no ser por Kaya que se encontraba parada frente a esta con su mano levantada a punto de tocarla. Su vista se posó en las maletas, las cuales de inmediato escondí detrás de mi espalda y le sonreí.

—¡Hooola! —dije nerviosamente

—¿Por qué traen esas maletas?

—Ah... este... —miré a Thomas en busca de una respuesta, sin embargo él no dijo nada—. Tenemos que... entregar estas maletas a un amigo que vive en otro pueblo

Kaya levantó una ceja, de seguro no creía lo que le había dicho.

—Ajá —lo dijo sarcásticamente

—¡En serio!

Su mirada seria recorría de Thomas hacia mí y viceversa. Se acercó a él y tomó sus maletas, lo mismo hizo con las mías.

Dos tontos y un bebé (Dylmas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora