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Capítulo 8- Dos pequeños angeles.

Cuando desperté visualize el reloj que marcaba las diez con minutos, me estire como un gato, me senté a la orilla de la cama y me quedé mirando el suelo, no sé cuánto tiempo estuve así, tan perdida en mis pensamientos.
Me levanté y me fui al baño, me desvestí y me adentré a la ducha, sentir el agua chocar con mi cuerpo era realmente relajante. Al salir de la ducha me envolví en la toalla que estaba a un lado, puse mi ropa interior, y luego me puse un short que quedaba a la mitad de mis piernas, me puse una camisa color roja que era corta que no se ajustaba a mi cuerpo.
Después de poner mis zapatos baje las escaleras lentamente, era fin de semana y eso me despreocupaba.

Cuando llegue a la sala no vi a nadie de mi familia (Suponía que ninguno había querido despertar aún), agarre mi móvil, al abrirlo ví un mensaje que me hizo soltar una risa ahogada.

*Buenos días Jhonson, llegó como en una hora, Te quiero

Evans*

Me quedé viendo el mensaje una y otra vez, hasta que decidí responder.

*Buenos días Evans, está bien aquí te esperamos, te quiero también

Johnson*

Caminé hasta la cocina, Ruth estaba ahí. Tenía una sonrisa en su rostro mientras tarareaba una canción que reconocía muy bien.

—Buenos días Ruth ¿Y donde están tus hijas?—. Fue lo primero que se vino a mi mente para preguntar.

—Buenos días violetta, ellas están en el jardin—. Sonreí y salí de la cocina a paso rápido, al salir de la casa ví a una pequeña niña de cabello castaño correr tras una mariposa que volaba sin parar. Luego ví a otra más pequeña que reía al ver a su hermana.
Cruze mis manos para observarla, cuando ella se giró y me vio tapó su boca y su expresión era como de arrepentimiento, como si algo muy malo hubiera hecho.

Sonreí.

—Hola mi nombre es Violetta y según me dijo tu mami tú eres Tania.

Parpadeo repetidas veces muy rápido, no puedo negar que me puse un poco nerviosa al no obtener respuesta por parte de ella.

—Tranquila, solo quiero ser tu amiga—. Al decir lo último ella me regaló una dulce sonrisa llena de ternura.

—Hola violetta—. Dijo.

Me baje hasta llegar a su altura y tomé un mechon de su largo cabello castaño, me dió una sonrisa en la que pude visualizar como le faltaba que le creciera un diente.

—Eres muy bonita—. Sus palabras me llenaron de ternura.

—Mucho gracias, tu también eres muy bonita.

—Ella es rosy, está muy pequeña—. Tomó mi mano y me llevo donde la estaba la otra pequeña.

—Hola chiquita—. Dije, la pequeña solto una pequeña risita—.Las dos son muy bonitas.

—Gracias—. Dijo Tania.

—Bien vamos adentro, tenemos que comer—. Tomé a la más pequeña en mis brazos, aún no sabía si ella ya podía caminar, Tania puso su mano en mi camisa y no me solto era como si tuviera miedo a perderse.

Al verla así, tan sonriente me dió una linda inspiración, no me podía negar a disfrutar momentos comos los que estaba viviendo. Me prometí en ese mismo momento cuidar de ellas como si fueran mías.

Antes que yo me enfermara siempre me gustó ser una persona noble, nunca estuve de acuerdo con la violencia. Me gustaba tratar bien a los demás para que me tratarán igual.

ViolettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora