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Capítulo 20– ¡Está viva!

Margot

Globos normales y en formas de unicornios, dulces, comida, piñata, regalos, estaba segura que todo estaba perfecto. Estaba realmente orgullosa de Violetta, cuando la veía yo sabía que ella pensaba también en la felicidad de otras personas y no solo en la suya.

Esa fiesta la había planeado muy emocionada, desde que conoció a Tania y a la pequeña Rosy se había enamorado de esas dos pequeñas. Yo estaba feliz de verla a ella así, ya que sabía que se estaba forzando a superar aquel mal trago de la soledad.

Lo confieso, verla en ese escenario bailando y tocándose el violín nuevamente me había llenado de esperanza, todos estábamos orgullosos de lo que ella estaba haciendo, sabíamos que ese era un buen camino para ella, y yo estaba segura que ella también lo sabía.

—Mama sube a cambiarte— Me dijo Marie sacándome de mis pensamientos.

—Si ahorita voy.

Por ordenes de mis hijas mayores subí a mi habitación para ponerme la ropa que ellas mismas me habían comprado para ese día. Era un vestido amarillo pastel que no era de mi gusto pero según ellas era perfecto para la ocasión.

Cuando entre ví a Sebastián recostado en la cama leyendo un libro que había comprado hacia una semana y que casi acababa. Que podía decir, era un devoralibros, o comelibros como las chicas le decian.

—¿No vas a bajar a la fiesta?— Pregunté ganando su atención.

Negó.

—Es para niños— Dijo encogiéndose de sus hombros.

—Aveces eres un viejo aburrido— El me miró arqueando una ceja, dejó el libro a un lado y me observó mientras me desvestia frente a él.

—No lo soy— Se defendió.

—Sebastián, antes decías que las fiestas eran para adultos y ahora dices que son para niños.

—Porque nuestros padres hacían fiestas para adultos.

—Eres un amargado, me tocó un esposo aburrido—Me queje.

El se levantó y cuando sentí mi tenía levantada en el aire, sabia que eso me daba miedo y lo hacia solo para que me retractara.

—Esta bien no lo eres— dije mientras intentaba no desmayarme. Me bajo despacio haciendo que quedada frente a él, me dió un beso rápido en mis labios y volvió como un perezoso a nuestra cama.

—Eddie vómito ayer— Dijo después de un rato de silencio.

—Quizá está un poco enfermo— Dije sin interés.

En realidad si me interesaba pero en ese momento mi mente tenia un debate entre que zapatos usar con ese raro vestido, así que no podia pensar dos cosas a la vez.

—Le pregunté y me dijo que tenía como tres días así, pero si seguía iba a ir a un chequeo— Dijo— Pero a mí se me hace que es otra cosa— Entonces lo miré.

—¡Sebastián!— Le reprendi— No piense tonterías, Violetta es muy feliz al lado de ese chico, deja tus celos de padre y acepta que tus hijas ya están grandes— Dije.

Entre al armario sin dejar que el se defendiera, puse ese orrible vestido sobre mi hermoso y maduro cuerpo y me ví al espejo. No me gustaba para nada, pero eso me ganaba por apostar en contra de mis hijas, y ella me habían dado a escoger entre vestirme de payasa o ese orrible vestido, y todo para cumplir esa apuesta que habíamos echo sobre el color del vestido de graduación de Violetta, que al final siempre había sido verde.

ViolettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora