14

71 6 5
                                    

                               
Capítulo 14: Kilómetros de distancia.

J U L I E T T

San Francisco, California


—Regresamos más tarde, no quiero darme cuentas que pusiste un pie en la calle— Nisiquiera me tomé la molestia de decir sí o no, solo cerré mi boca como lo había echo en muchas ocasiones anteriores.

Salieron de la casa hablando cosas entre ellos, cosas que no logré entender por la suavidad de la voz. Las lágrimas amenazaron mis ojos salir, di un fuerte suspiro y seguí haciendo mi tarea.

Hacia aproximadamente unas dos semanas me había dado cuenta que Jack y Jaqueline Morris, eran unos farsantes. No eran mis verdaderos padres, me había dado cuenta que aquella cultura que ellos habían plataforma en mí era más que una farsa, mi verdadera nacionalidad era Estadounidense cuando ellos me habían echo creer que nuestra familia provenía de Belice, y que habíamos emigrado a estados unidos cuando era una pequeña niña.

Era devastador darse cuenta que toda tu vida era mentira. Lo más doloroso era no poder saber de mis padres porque esas crueles personas no querían hablar sobre ello.

Sabían que no me creía ese cuento que me habían recogido de una pequeña casa hogar, me habían adoptado de unos años. Tenía razones para no creerles, solo el echo de la manera en que "papá" nunca me brindó su amor, o aquella razón por la cual me había lamentado toda la vida, tener el desprecio de "mamá" y que ella en lugar de darme amor me usará de sirvienta.

No entendía nada, y no creía tener alguna lista para saber quién realmente era yo. Ellos me controlaban, adonde hiba, con quien hiba, con quien hablaba, o que hacía. Era agotador saber que no podías hablar con nadie porque ellos no lo permitían.

Yo sabía que tenía muchas cosas que darle al mundo, mi talento de tocar el piano, algo que había descubierto en la escuela donde estudiaba. Mi talento de bailar ballet, algo que hacía unos meses que había descubierto de mí misma. Eran miles de cosas que tenía que experimentar y vivir, pero no estaba segura si algún día podría escapar de aquella miserable vida.

El reloj marcaba las nueve con algunos minutos más, mi cabeza era bombardeada  por preguntas que aún no tenian respuesta. Eran dieciocho años de mentiras, y quizá ni ellos de habían dado cuenta de que un día atrás yo había nacido. Nunca esperaba nada de ellos, joyas, ropa de marca, sabía que la situación que vivíamos no era muy buena, vivir en uno de los barrios más pobres de San Francisco no era lo mejor.

El sonido de la puerta me hizo limpiar rápidamente mis lágrimas, quizá ellos habían vuelto porque habían olvidado algo. Aunque no lo creía seguramente Jaqueline ya estaba en un bar algo retirado, y Jack estaba ya con alguna mujerzuela.

—¿Quien es?— Pregunté al otro lado.

—La persona que más te ama en el mundo—. Respondió.

Una sonrisa y a la vez un gran sentimiento de miedo llenaron parte de mi. Aún así, quite el seguro de la puerta y la abrí, deje pasar al pelirrojo que esperaba frente a la casa. Llevaba consigo unas hermosas orquídeas color violeta, mi color preferido, sonreí al verle tan feliz a el.

El brillo que desprendía de sus ojos era especial e incomparable. Sabia que amaba a ese chico, y estaba segura que era el único por el cual la felicidad existía dentro de mí.

—Hola princessa— Saludo, me hice a un lado para darle acceso que entrara hasta adentro, no dije nada, solo lo empuje hasta mi cuarto donde según yo estábamos más seguros.

ViolettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora