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Narrador omniciente.

— ¿necesita algo, jovencito?— una mujer de tercera edad se acerca preocupada a Jungkook cuando lo vio sentado solo en un banco de una plaza.

El menor no contestó. Ni se inmutó. Solo estaba balanceando sus piernas y miraba el suelo y las hormiguitas que caminaban de un lado al otro.

Aquella mujer confundida al no recibir respuesta toma asiento al lado del azabache, éste mira de reojo a la responsable de que sus pensamientos hayan sido interrumpidos. Llevaba un gran abrigo debido al frío, acompañado de elegantes guantes de lana y una bonita y cálida bufanda cubría su cuello. Se mira a él mismo, llevaba un suéter grande y viejo que era de su padre pero su madre se lo sacó para poder abrigarlo, un pantalón con un agujero en la rodilla debido a alguna caída suya y sus zapatillas estaban desgastadas.

La señora estaba hablándole pero él no prestaba atención, simplemente se levantó del banco, hizo una reverencia hacia la anciana y se marchó.

Sus tristes pensamientos y temores volvieron a él como un balde de agua haciéndolo temblar por el frío que sintió, pero que realmente era debido a la poca ropa que llevaba encima.
Su madre, esa mujer que ama como ninguna otra estaba decayendo cada vez más y más. Su hermosa y brillante sonrisa ya no era la misma, su cabello estaba opaco y hasta se le caía, y estaba tremendamente pálida.
No tenían dinero para nada.
Antes les alcanzaba para poder pagar sus alimentos, hogar, uno que otros útiles esoclares y ropa si era muy necesario, pero ahora los medicamentos y atenciones de su madre necesitaban de todos el dinero contando hasta el más mísero centavo.
No veía mejora. Su madre estaba empeorando y eso que una vez le dijo, eso a lo que él teme tanto estaba por suceder. Se estaba yendo poco a poco y él no podía hacer nada para evitarlo.

Al llegar a su casa ese horrible silencio lo envuelve, esa aura de tristeza se sentía por todos los rincones.

— Galletita— escucha una voz baja llamarlo y se encuentran con su hermanito.

Tenía las mejillas rojas al igual que los ojos y un caminito de lágrimas que recorrían su delgada mejilla hasta llegar a su mentón y caer una a una.

— bonito— susurra y no sabe de donde pero sacó una sonrisa con todas sus fuerzas para su pequeño hermanito.

Yugyeom corre a los brazos de su hermano donde llora durante una hora, solo se detiene cuando escucha que su madre los llamaba a cenar.

No había comida, o al menos, la había pero muy poco. Tan poca cantidad que cualquiera se quedaría con hambre y es casi lo mismo que nada.

Yugyeom termina con su cena y mira de reojo a su hermano quién tenía aún la mayoría de su comida en el plato. En un despiste de su madre el mayor de los hermanos pone todo el resto de su comida en el plato del menor.

— no galletita— susurra y lo mira.

— no te preocupes, no tengo hambre— mintió.

Su bonito asintió y comenzó a comer.

— tengo que terminar algo— dice Jungkook y se para del asiento despidiéndose de su madre y hermano.

Al llegar a su habitación cierra la puerta y se acuesta en la cama.
Ese feo dolor que sentía en el estómago por no comer cada vez aumentaba más y más. Apretaba su estómago con ambos brazos como si eso hiciera que doliera menos y antes de que su hermanito llegue a la habitación y lo encuentre así se durmió.

Depression >Jikook<Donde viven las historias. Descúbrelo ahora