Capítulo 2.

814 67 2
                                    

Dereck 

—¿Qué coño haces tú aquí?—pregunto en voz baja, caminando por los pasillos de este dichoso edificio, bajo una luz infernal que taladra mis ojos.

Ian es el nuevo beta. Russell lo convirtió hace cuatro días. Nunca pensé que fuera a sobrevivir. Aun así lo hizo, consiguió soportarlo.

—Bueno, ha empezado el instituto—dice, en tono de superioridad, chulesco.

—¿Sabes que más empezará hoy? La luna llena—mascullo y agarro su sudadera con fuerza, levantándolo del suelo.

Observo con placer el temor de sus ojos. Me gusta ser temido y respetado. 

—¡Para! Te descubrirán— susurra.

Su voz rasgada me recuerda que este sitio es más peligroso que un campo de minas. Lo suelto de golpe y miro mi mano. Respiro hondo, intentando calmar mi furia, y mis largas garras vuelven a ser de un humano normal.

—Si Russell se entera de que estás aquí...—le recuerdo, aun mirando mi mano.

—No hará nada. Es precisamente él quien me ha enviado—informa, de nuevo con ese estúpido tono que tanto he llegado a odiar.

—¿Qué? Me ha enviado a mí. Yo tengo que persuadir a la chica—le recuerdo y comienzo a notar que mi tono se alza solo.

—Claro. Yo no voy a por la chica, yo voy a por otro blanco fácil—afirma. Su sonrisa de niñato me pone de los nervios.—Ahora, si me disculpas, tengo clase—se despide y se marcha por el pasillo.

Si lo descubren será lo último que haga. No sé cómo Russell ha podido encomendarle algo así. Tan solo lleva cuatro días, no sabe controlarse y mucho menos hoy, en luna llena. Será fácil controlarlo a él pero, conforme haga crecer su manada, se irá haciendo más y más difícil hasta que llegue a ser imposible escondernos de cazadores, guardas forestales o simplemente gente que crea de verdad en nuestra existencia.

Avanzo hacia la clase de física y química, y me mantengo apoyado sobre el muro contiguo a ella. Entre todas las voces comienzo a enfocar mi oído en una de ellas. Poco a poco paso de adolescente en adolescente y, tras demasiadas conversaciones comprometidas, encuentro la voz de Blake. Parece que habla con otra chica.

—¿Te apetece venir esta tarde a mi casa? Te despejarás, veremos una película si quieres. ¿Qué te parece Crepúsculo?—le propone.

—Maggie, no estoy de humor. Además, ya sabes que entreno todas las tardes excepto los viernes—comenta ella.

—¿Piensas ir? Sabes que Roxanne es la capitana. No creo que te beneficie verla, ni que ella te vea a ti. Según he escuchado, es una víbora—cuchichea, bajando cada vez más la voz.

—No pienso dejar el equipo por esto. Me ha costado mucho entrar. Además, creo que hacer deporte me despejará. No pensaré en ella, ni en Lucas tampoco—dice, decidida, pero escucho los latidos de su corazón aumentar de velocidad y fuerza. Miente.

Es una estupidez. Esta chica estaba desmoronándose en un pasillo, ella sola, seguramente pensando que su corazón pertenece a Lucas y que éste ahora andará derrochando hormonas con otra. Menuda tontería. Aún me cuesta creer que Russell quiera alguien así en nuestra manada. 

Además, si todo esto dura demasiado, esos terribles e inestables cambios de humor la harán transformarse constantemente, y no seré yo quien esté aquí para impedir que toda esta muchedumbre de jóvenes la vea.

Creo que ya tengo suficiente información.

Doy un par de pasos al frente, en busca de la salida, cuando un terrible sonido a un estruendoso nivel de decibelios totalmente indescriptible comienza a inundar mis oídos.

Lo que amansa las bestias (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora