Capítulo 9.

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Blake Sharman

—¿Cuánto hace que no te lías?—pregunta Maggie mientras caminamos por el pasillo de la segunda planta, en dirección al aula de matemáticas.

—¿Qué? No lo sé, Maggie. Supongo que desde verano, cuando Lucas y yo estuvimos juntos—confieso, aunque ya debería saberlo.

No consigo entender este tipo de preguntas. Ella me las hace continuamente.

—Vamos, Blake, sabes que puedes confiar en mí...—susurra. Su voz persuasiva y traviesa se mete en mis oídos y me deja desconcertada.

—Confío en ti, pero no sé a qué te refieres—niego, confusa.

Entramos en clase y tomamos asiento al principio de ella, en primera fila. Suspiro al ver entrar al profesor con su maletín de cuero.

Odio las mates, y probablemente odie todo lo que esté relacionado con ellas. Es la peor asignatura de todas.

—Blake, me han llegado rumores. Hace poco te vieron con un chico bastante mayor que tú estudiando en la biblioteca. ¿Me estás ocultando algo?—pregunta, y saco mi libro de la mochila.

¿Me está tomando el pelo? ¿Se refiere a Dereck?

Oh, dios... Roxanne. Sabía que no se daría por vencida. Todo lo que tenga que ver con hablar más de la cuenta de los demás a sus espaldas es crucial para ella. Por eso nos observaba tanto en la biblioteca. Increíble.

—Es el primo de Ian. Solo somos amigos, me ayudó a estudiar, nada más—aclaro, recordando cuando fuimos a la biblioteca antes de ayer y después a la cafetería.

Estuve muy a gusto con él. Me encanta cada vez que habla para hacerme sentir mejor, y adoro que todo lo que dice siempre me tranquiliza y me hace entrar en razón.

Antes lo veía como alguien extraño, pero poco a poco me voy familiarizando con su forma de ser y, a pesar de que él es alguien un tanto peculiar, he conseguido darme cuenta de que lo peculiar a veces es lo que más nos beneficia. 

Sin embargo, no sé por qué alguien así, tan dueño de su propio mundo, tan serio y centrado, pretende acercarse a mí.

Recuerdo cuando hace unos días me encontró llorando, tirada en el suelo. Él no me tomó por loca. Simplemente se comportó como debía hacerlo. Y, aunque aún no consiga encontrar respuesta a muchas de las enigmáticas preguntas que tengo sobre él, lo dejo totalmente a parte para centrarme en sentirme bien yo misma.

Ese día hubo un accidente. Todo el mundo habló ayer de ello, y a día de hoy siguen haciéndolo.

Dereck vino a verme ayer entrenar, pero volvió a desaparecer cuando salí de los vestuarios. No me gustó el hecho de salir y no encontrarlo apoyado en la pared, esperándome en silencio para asustarme y, más tarde, hacerme desconectar de todo.

Hoy es viernes. No tengo entrenamiento, pero le prometí a Maggie que iría a su fiesta así que ya no me puedo echar atrás.

—¡Madre mía! ¿Y cuándo piensas presentármelo?—pregunta, y su euforia me hace sobresaltar.

Le indico con el dedo índice que baje la voz, ya que el profesor de matemáticas, del cual aún desconozco el nombre, se percatará de que no estamos prestando atención a su explicación compleja sobre derivadas.

—Maggie, lo conozco de hace apenas una semana. Semana y media, quizás. Además, no creo que esté preparada para otro chico en mi vida. Por ahora no—niego con la cabeza, susurrando.

—Bueno, aun así le dirás que venga a la fiesta. Si es primo de Ian podrán venir juntos. Él también se ha apuntado—sonríe y levanta una ceja, pícara.

Lo que amansa las bestias (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora