Capítulo 10.

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Blake Sharman

Llamo al timbre, aunque desearía no haberlo hecho. Maggie me ha mentido. Desde fuera soy capaz de escuchar la música a todo volumen.

Suspiro una, dos y hasta tres veces en el tiempo que espero a que alguien consiga oír el timbre por encima del reggaetón que hace retumbar los muros de la casa.

Por fin, la puerta se abre y me alegra ver un rostro familiar.

—¡Blake!—exclama Ian. Me alegra ver que aún no parece haber bebido nada—. ¡Al fin!—me recibe, coge mi muñeca derecha y tira de mí hasta que entro en casa.

No había tanta gente como esperaba, pero sí que reconozco caras poco familiares. La mayoría me suenan de verlos en el instituto, otros pertenecían al grupo de verano. Luego están aquellos que no conozco de nada y sobre los que mantengo mi vista durante unos segundos, buscando algún nombre para dichos rostros.

—¿Dónde está Maggie?—pregunto, alzando la voz para que pueda oírme bien.

Este hace una mueca de dolor, y se tapa el oído izquierdo.

—No grites, te oigo bien.

—Vaya, lo siento—me disculpo, extrañada.

No puedo creer que mi voz le moleste y la música no.

—No te preocupes—sonríe mientras caminamos entre toda la gente que baila con cubatas en sus manos—. No te gustará ver esto—niega, y comenzamos a subir las escaleras que dan a los dormitorios.

Aquí la música comienza a oírse un poco más baja.

—¿Dónde vamos?—pregunto, sintiendo que me estoy perdiendo algo.

—Sigo insistiendo en que esto no te gustará—repite, cuando por fin alcanzamos la planta de arriba y giramos a la derecha.

Si no me equivoco, en dirección a la habitación de Maggie. La puerta está cerrada, pero Ian la abre sin rodeos. Intento mirar su interior moviéndome tras él.

Mi corazón comienza a latir fuerte cuando veo que la mayoría de los que estaban en el grupo de verano se encuentran sentados en círculo, sobre el suelo.

Aplauden al vernos, y nos invitan a gritos a pasar.

—Vamos—me incita Ian, mirando hacia atrás en busca de mi mirada.

Sabe que esta idea no me gusta nada. Y comienza a gustarme todavía menos cuando entro, cierro la puerta y observo que Lucas también ha venido.

"Oh, dios, Maggie. Te voy a matar"—pienso y, temblorosa, me siento junto a Ian y Sam.

Cada uno tiene una botella distinta a un lado. De vez en cuando le dan un buen sorbo.

Mis ojos se desplazan directamente a mi izquierda, donde se encuentra Ian. Él también tiene una botella. No sé qué es, pero realmente no parece ser algo suave.

Suspiro, sabiendo que voy a tener que mantenerlo vigilado.

—Estamos jugando a la botella. Pensé que sería un juego bastante...—medita Maggie, mientras busca la palabra correcta—...picante, y que reavivaría la chispa entre algunos del grupo—levanta una ceja, agarra su botella de la boquilla y la acerca al centro.

Una vez ahí, todos cogen una y brindan en el centro del corro, bajo gritos de alegría y euforia.

La mayoría están ya borrachos. No sé cuánto tiempo llevarán aquí, ni lo que habrá ocurrido hasta mi llegada.

—Venga, voy a girarla yo primero—propone Kara, se inclina y agarra la botella de plástico en el medio del corro.

Genial, la botella, el juego perfecto para que todo salga de pena hoy.

Lo que amansa las bestias (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora