Capítulo 5.

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Blake Sharman

Las clases han terminado y por fin llega el momento. Por fin es la hora de ver quién competirá este sábado.

Intento no volverme loca con el trasiego de chicos y chicas por los amplios pasillos y finalmente llego sana y salva a mi taquilla. Suelto todo lo que llevo, temblorosa, y la cierro sin pensarlo dos veces.

Corro hacia la biblioteca, situada al final del pasillo principal, y suspiro un par de veces seguidas, expulsando todos mis nervios e intentando calmarme.

Agito las manos conforme entro a través de la puerta. Ya hay un buen grupo de chicas mirando las listas. Unas parecen contentas, otras enfadadas o tristes. No hay otras opciones.

Me abro paso entre todas ellas. Alargo la mano y maldigo en voz baja cuando observo que sin querer he tocado a Roxanne. Ahora mismo ella no me importa en absoluto, así que lo dejo estar mientras esta no para de mirarme de arriba abajo, con desprecio.

La ignoro, y trato de separarme tanto como puedo de su terrible grupo.

Coloco mi dedo sobre la enorme lista, en busca de mi apellido. Hay una línea de color azul marino que indica la separación entre la felicidad y la furia.

—Sharman...—susurro.—Sharman...—vuelvo a suspirar cuando mi dedo índice llega a la línea de corte y aún no he visto mi apellido.

Mis nervios se disipan, y aun así me empeño en seguir buscándome.

Estoy situada la tercera comenzando por dicha línea. Quizás no esté tan mal como esperaba, pero me avergüenza ver que no soy todo lo buena que creía.

Vuelvo a empujar a un par de chicas para salir de la terrible muchedumbre y ando en dirección a la salida.

—Genial—me digo a mí misma, caminando por los ahora desiertos pasillos, de nuevo hacia mi taquilla.

—¿Has entrado?—Ian me para antes de llegar a mi destino. No me lo esperaba.

—No—respondo, bajando la vista, triste.

—Oh, vamos...—musita, y me arropa entre sus brazos.—Estoy completamente seguro de que muy pronto subirás—afirma, y sus ojos azules me miran con compasión.

Ian es un chico bastante sociable, pero lo veo raro estos últimos días. Parece que hoy viene más pálido de lo que normalmente es, y ya no bromea tanto como antes. Entiendo que el grupo de amigos del verano ya no es lo que era, pero aun así les sigo teniendo un enorme aprecio a cada uno de ellos. Bueno, a todos excepto a Lucas.

Ian tuvo una pequeña historia con Maggie, pero nunca llegaron a estar oficialmente juntos, y eso les ha beneficiado mucho. Ian es demasiado extrovertido y chulesco para ella.

—Eso espero—asiento, y hago una media sonrisa, tan solo para indicarle que su apoyo me ha subido un poco el ánimo—¿Ocurre algo? Hoy estás muy pálido y tienes unas ojeras increíbles—indico, levantando una ceja, preocupada.

—Oh... Eh...—balbucea, y se rasca la nuca, pensativo—esta noche no he dormido muy bien, he estado enfermo—confiesa. No me gusta verlo tan poco activo.—Tú tampoco pintas muy bien—dice, acercando sus dedos a mi barbilla y acariciándola, cariñoso.

Él siempre lo ha sido conmigo.

—La verdad es que anoche no pegué ojo. Últimamente se escuchan animales muy raros por el bosque. No me extraña que la ley de prohibición del acceso al bosque se haya vuelto tan estricta—comento, estremeciéndome al recordar todos los rugidos que escuché anoche.

Lo que amansa las bestias (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora