Capítulo 29.

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Blake Sharman

Vuelvo a casa arrepentida. No debería haberlo dejado ir. Debí haberle dicho que viniera conmigo. Necesitaba despejarme de todo y, aunque él sea parte de esto, también tiene el poder de hacerme desconectar.

Sin embargo, sabía perfectamente que no era el momento adecuado. Él tampoco debió traer a Lucas. Ha sido todo un error, tanto de su parte como de la mía. Pensaba que nunca más tendría que enfrentarme a las adversidades entre mi cabeza y mi corazón, y de nuevo un encontronazo me hace recapacitar y saber que no, que no estaba en lo cierto.

Lucas ya no significa nada para mí pero me duele decir que de toda relación siempre quedan las cenizas, y aún me siento con la obligación de ajustar cuentas con él.

Por otro lado, quería pasar tiempo a solas con Dereck. Sé que hay cientos de cosas de las que hablar, que miles de preocupaciones nos rondan la cabeza, pero también estamos en la necesidad de tomar un poco de tiempo para nosotros, tiempo del uno para el otro.

Pateo con fuerza una roca que se interpone en mi camino hacia casa. Alucino de ver lo lejos que esta ha acabado, incluso de escuchar que ha golpeado contra el capó de un coche aparcado.

Tapo mi boca, sorprendida, y sigo adelante. Nadie me ha visto, por suerte.

Entonces, observo la calle por la cual camino, y frunzo el ceño cuando comienzo a escuchar algo. Parece que son voces.

—No debías, cariño—dice una mujer.

Giro mi rostro hacia todas partes, intentando buscar de dónde provienen. No hay nadie, la calle está completamente vacía.

—Es nuestro aniversario, quería comprarte algo bonito y... sabía que estas rosas te gustarían—dice un hombre, dirigiéndose a ella.

Paro en seco, recapacito y comienzo a correr. Quiero llegar a casa cuanto antes.

Al doblar la esquina, cruzo por un paso de peatones y entro por otra calle distinta. Camino más lento.

De repente, salto en el sitio cuando escucho el sonido de un cristal romperse contra el suelo con fuerza. Miro a mi alrededor. Nada.

Quizás estos sean los primeros efectos. Tengo la capacidad escucharlo todo con claridad, como si estuviera sucediendo frente a mí. Es un tanto agobiante escuchar cosas que quizás no deba, incluso que ni yo misma quiera.

Sonrío al ver que mi calle se abre ante mis ojos. Mi casa está cerca, por fin.

Pero, al parecer, las sorpresas no acaban.

Vuelvo a sonreír al ver que la pareja que escuché hace unos minutos se cruza conmigo. Ella es rubia y agarra emocionada las rosas que su novio, cuya cabeza rebosa una mata de pelo negro rizado. Qué bonito, una vida sin preocupaciones y llena de felicidad. O al menos, eso parece.

Qué envidia, ojalá algún día me toque a mí.

Por ahora, es el turno de sufrir.

Respiro hondo, suspiro y abro la puerta de casa. Katy no está, seguramente habrá quedado con sus amigas para ver una película. Papá está en el curso de instrucción para el trabajo de guarda forestal. Tan solo se oyen los pasos de mamá acudiendo a la entrada.

—¡Buenas tardes, cariño!—exclama—. ¿Y ese retraso?—pregunta, al notar que esta no es mi hora habitual de llegada.

—He estado... viendo a Ian entrenar. ¿Qué tal todo?—me intereso, dejo las llaves en el llavero y tomo asiento sobre el sofá.

—La pregunta es, ¿qué tal tú?—pregunta mientras rodea la mesa que hay justo en el centro del salón y se sienta junto a mí.

—¿Papá y Katy lo saben?—anticipo, antes de continuar por otro camino.

Lo que amansa las bestias (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora