Capítulo 31.

180 27 0
                                    

Blake Sharman

Durante toda esta semana mamá ha estado intentando ayudarme. Una de sus técnicas estrella que más ha intentado y que quizás más cerca ha estado de dar resultado ha sido la del garaje, sin duda.

Con una cuerda ató mis muñecas a una de las columnas. Allí, apagó las luces y me dejó completamente sola, a sabiendas de que odio la oscuridad. Finalmente, su truco funcionó. Cuando escuchó que rugía en agonía, volvió para hablarme e intentar buscar una técnica que ancle mi calma y control.

No funcionó. Finalmente escapé. Me deshice a la fuerza de las cuerdas y mamá tuvo que calmar mi sed de matar ella misma. Tiene el poder de calmar a las bestias, pero yo tengo que encontrar algo en mí que consiga calmar la bestia que llevo dentro.

Dereck dijo que un lobo aprende con otro. Y tenía razón, pero preferí verlo tan solo en las últimas horas de la tarde, ya que el resto del día lo pasaría entrenando a todos y cada uno de sus betas.

Las demás dinastías de otras especies estaban cerca, no tardarían en llegar, y yo necesitaba compaginar una vida humana, normal, adolescente y de estudiante a una vida sobrenatural. Mamá prefería que estudiara, así que mi lobo interior permanecía encerrado en mí hasta que, tras las horas de instituto, tocó entrenar. Sí, llevar a cabo una actividad que sabía que aceleraría mis pulsaciones y acabaría en desastre.

Por suerte, Ian no dijo nada. Le prometí a Dereck que no lo haría aunque, en realidad, cada tarde me sometía a un pulso mental. Finalmente, ganaba mi lado salvaje. Ian conseguía sacarme de allí, llevarme a los vestuarios y mantenerme quieta, contra la pared, hasta que la ayuda llegaba: Hayden y Jensen. Entre los tres intentaban intimidarme y, ¿qué iba hacer contra tres lobos cada vez más fuertes?

Poco a poco fui cayendo en el cansancio, hasta que volvía a ser yo.

La manada al completo ha conseguido mejorar en todo, todos son más fuertes, más poderosos, más ágiles, incluso el hecho de tener que someterse a algo así los ha hecho mejores personas a todos.

Ahora soy yo el patito feo, y me siento mal por no saber cómo sobrellevar todo esto. Ellos hacen que parezca tan fácil...

Hoy es miércoles. El último entrenamiento antes de que salgan las nuevas listas que llevarán a competición a algunas de nosotras.

Por la mañana despierto sabiendo que hoy será un día duro.

Pero algo inusual ocurre antes de que mi mente se adapte a un nuevo día.

"Blake, necesito hablar contigo. Te espero en la cantera, frente al bosque. No importa si te saltas hoy las clases"

El sonido de mi móvil me avisa con este mensaje de Lucas.

Tras meditar durante largos cinco minutos, acepto. Quizás no debería, incluso pienso que a Dereck podría molestarle, pero el no tiene por qué enterarse. 

Lo preparo todo, incluso a mitad de camino despisto a mi hermana diciéndole que me había dejado el móvil en casa.

Corro, lo más rápido que puedo, y con sumo cuidado de que nadie se percate de mi extrema rapidez consigo llegar en un santiamén. Sería una ventaja si él no tuviera la misma capacidad que yo.

Lo encuentro tras la gran montaña de arena, la más inmensa de todas, donde solíamos vernos en verano.

Al verlo, me acerco a él y dudo entre si darle o no dos besos. Finalmente lo hago, haciendo alusión a mis modales más humanos.

—¿Qué pasa ahora?—pregunto, con un tono seco y molesto.

Sé que sigo enfadada con él por todo, por haber hecho las cosas mal en un pasado y por haber arruinado los bonitos recuerdos que me habían quedado. Pero yo también tenía algo pendiente que decirle, y no podía dejar escapar esta oportunidad.

Lo que amansa las bestias (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora