Capítulo 30.

172 25 0
                                    

Dereck

Cuando ya parecía tener su aroma cerca, cuando creía al alfa que busco muy próximo a mí, un grito me alerta. Alguien grita mi nombre. Proviene de la zona más cercana a la ciudad. Suena a un par de kilómetros.

Giro sobre mis pies, provocando que la tierra mojada se levante y que una enorme huella de mi bota quede gravada ahí.

Corro lo más rápido que puedo, esquivando cada árbol, cada rama, casa arbusto que se interpone en mi camino.

Las ondas sonoras del grito ya han desaparecido y tengo que guiarme de mi memoria para no llegar a un lugar equivocado. Sin embargo, hasta mi propia respiración me desconcentra.

Miro a todas partes, en busca de un estímulo visual que pueda ayudarme, pero no veo nada más allá de la frondosa flora del bosque y un cielo parcialmente cubierto por nubes grises.

Ya está atardeciendo, y el sol ilumina cada vez menos. Es más, ya roza el horizonte, fundiéndose en la tierra infinita o, al menos, hasta donde llegan los ojos.

Sé, casi a ciencia cierta, que Blake no ha sido. Reconocería su voz a millas de distancia. El resto de mi manada son hombres, así que no se me ocurre quién más podría estar reclamándome a estas horas.

—¡Aquí!—grita esa misma persona, justo a unos metros de donde yo me encontraba.

Giro con rapidez y corro hacia donde las nuevas ondas sonoras me llevan.

—Mierda—musito, al ver que no era Blake, sino su madre la que me reclamaba.

Recuerdo haberle dicho: si necesitas algo, gira mi nombre en dirección al bosque. Eso mismo ha hecho, y aquí estoy.

Tenía el escalofriante presentimiento de que esto iba a pasar. Blake está transformada, y ataca con furia a su madre. Un animal no piensa, actúa, sobre todo si está enfurecido. Algo ha tenido que desatar su primera transformación.

Me aterra pensar que su madre es una Ngnawari y no puede pararla, ni siquiera quitársela de encima, a pesar de que su aura y sus ojos están encendidos y dispuestos a protegerse de algo en descontrol, aunque sea de su propia hija. Cualquier daño ocasionado sobre ella se curará, sin embargo su madre no lo hará, es más, podría morir si no consigo detener a Blake.

Sé que no puede concentrarse al tener algo tan terrorífico sobre ella, y para eso estoy aquí. Para ayudarla.

Al instante, de una brazada, mis garras emergen al exterior como cuchillas, al igual que mis colmillos y mis ojos rojos, los cuales me permiten ver con mucha más claridad y precisión.

Rujo lo más fuerte que puedo, y Blake se gira hacia mí, dejando de lado a su madre.

Sin embargo, no consigo amenazarla con esto. Sé que ella es parte de mi manada y, en teoría, debería hacerme caso, pero ahora habla su naturaleza y aquí la realidad es que yo no soy su alfa, Russell lo es. Y Russell no le rugiría, él la mataría directamente, sin piedad.

Ahora su atención está centrada en mí, justo lo que quería. Ella es un animal, un animal que solo busca matar todo lo que se interponga en su camino, sin que su lado humano consiga actuar sobre esta enorme fuerza incontrolable.

Es la primera vez que la veo transformada. Ahora sí consigo ver sus dos auras. Algunas partes azul, otras colores anaranjados, rojos, incluso amarillos. Esto, aunque parezca bonito, también es fundamental. Cualquier hombre lobo que la vea transformada tendrá conocimiento de su inmenso poder, y hay dos tipos de reacciones: o temerle y salir corriendo o intentar robárselo.

Lo que amansa las bestias (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora