Capítulo 26.

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Dereck

Tras mi aullido victorioso todo se desmorona. Todos nosotros escuchamos llegar a Russell. Todos lo vimos entrar en el claro transformado en esa horrible bestia en la que se ha convertido a lo largo de todo este tiempo. Todos lo vimos coger a Blake de una brazada y morderla en el acto.

La soltó con desprecio al barro mojado. Su mirada estaba perdida, y su rostro mostraba una mueca de dolor que se quedará para siempre grabada en mi mente.

Bajé del cuerpo demacrado y sin vida de Mullroy y corrí hacia ella.

Ya no estaba transformado. A pesar de ser el alfa, en ese momento estaba indefenso, tenía la mente desnuda. Ian, Hayden y Jensen se encontraban postrados en sus sitios sin mover ni un músculo hasta que de un rugido los llamé para que acudieran.

—Blake—musité, tembloroso y exponiéndome a la lluvia.

—Estoy bien—aseguró, incorporándose con dificultad.

La ayudé a hacerlo. La cogí en mis brazos y la llevamos al hospital abandonado, donde el techo nos refugiaría de la lluvia.

Ella no dejaba de jadear de dolor, pero se mantenía consciente. Yo le pedía una y otra vez que no cerrara los ojos, que no durmiera hasta que llegáramos a nuestro destino.

Nos refugiamos en la primera planta. Ian no dejaba de temblar, puede que de frío, puede que de dolor, no lo sabía, mientras que Hayden y Jensen hacían guardia.

—¿Qué va a pasar, Dereck?—me preguntó, cuando la tumbé sobre mi regazo.

—No lo sé—negué varias veces con la cabeza, apresurado y agobiado, atando mi camiseta a su abdomen con fuerza, para evitar que saliera más sangre de su cuerpo.

Estaba realmente frustrado de ver que todo lo que habíamos adelantado y progresado se había ido a la mierda en un instante. El mordisco era lo suficientemente profundo como para matarla o convertirla, sin dejar atrás el hecho de que ella ya era sobrenatural, era una criatura enemiga a lo que se va a convertir.

—¿Un ángel puede convertirse en bestia?—preguntó, tosiendo un par de veces y cerrando los ojos.

—No lo sé. Pero quizás no es la mejor comparativa, Blake. No sé cómo influirá el hecho de que ya seas algo sobrenatural—confesé.

—¿Y si esto me mata?—intervino, y sentí sus latidos decaer poco a poco.

—No lo hará, sé que no lo hará—insistí, conteniendo las lágrimas y agarrando su rostro con rabia y dolor.

—Dereck—susurró mi nombre—, si esto me mata quiero asegurarme de algo—dijo, y una lágrima blanca cayó de su ojo derecho.

—No, Blake, no lo hará. Ten por seguro que no dejaré que lo haga—negué varias veces, sintiendo cómo mis ojos también se inundaban poco a poco.

Ella tiene un extraño efecto en mí. Me calma y ahora me debilita. Me hace más débil el hecho de verla así y saber que en parte es por mi culpa.

—Está bien, está bien—sonrió, alzó su mano derecha y tocó mi mejilla con suavidad—asegúrate de que mi padre está bien. Él es...—susurró, pero su voz se entrecortó e intenté no darle importancia.

Asumí que la parte más importante y fundamental del plan se había ido al garete, y ya no había vuelta atrás. Tan solo le propuse una cosa: la mantendría protegida y viva. Y ya estoy a la mitad de camino de estropearlo todo. La tenía sobre mí, temblando, suspirando repetidamente, con la mordedura sangrando constantemente.

Lo que amansa las bestias (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora