Capítulo 39.

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Blake Sharman

Hallaron el cuerpo de Ian aquel día, aquel martes tras la luna llena.

Lo recordaba hora tras hora, como si se repitiera la escena una y otra vez en mi cabeza. Poco a poco conseguía superarlo, pero seguía echándolo en falta y necesitando escuchar su voz y sus estúpidos consejos.

La policía vino en busca de testigos, de amigos o personas cercanas a él. Como si lo hubieran hecho adrede, Lucas, Hayden, Jensen y yo tuvimos que ir a testificar. Hablamos con sumo detalle, y cada uno de nosotros no dudó en explicar justo lo que Dereck nos dijo que dijéramos.

A él nunca se le escapaba nada, y sabía inventar a la perfección qué decirles para que nos creyeran.

—Aquella tarde nos vimos. Quedamos todos para dar una vuelta por la ciudad, tomarnos unas bebidas y pasarlo bien. Estuvimos hasta las diez y media de la noche. Yo fui la última que lo vi, aseguro que me acompañó a casa, me despedí de él y me dijo que él también se dirigiría a casa. Nunca antes habíamos entrado al bosque, nos daba demasiado miedo que una de esas bestias pudiera herirnos o llevarse alguno de nosotros—dije, con temblores totalmente inventados.

Mi rostro estaba pálido porque, mientras narraba aquella mentira, la verdad se reproducía en flashes de luz en mi mente.

La policía no inculpó a nadie, y nos dejó salir de comisaría en cuanto todos dimos nuestro testimonio.

Las autopsias decían que había sido brutalmente degollado por las garras de un animal que, en principio, describen grande como un león adulto. Además, a lo que no dan crédito ninguno de ellos es a las extrañas marcas que su abdomen presentaba. Toda la piel estaba levantada y exageradamente atravesada hasta sus más profundas entrañas. Jamás habían visto un ataque animal como este, y ninguno sabía cómo explicarlo.

Tampoco supieron explicar cómo el cuerpo no había estado dañado por los insectos; y es que el cuerpo de los hombres lobo no se deteriora así como así.

La nueva luna llena se aproximaba, y mi terror aumentaba aún más. Estaba atacada. Sabía que lo único que me apoyaría en el campo de batalla sería Dereck, él sería el único capaz de dejar de protegerse él mismo para protegerme a mí.

Y, si lo miraba desde aquel punto, todo sonaba demasiado extremo. Yo sería una estúpida carga más para la gran manada de los Grey. Mis pensamientos iban cayendo aún más, pero no sabía que una distracción activaría de nuevo mis nervios.

Desde lo alto de la colina, donde Dereck y yo pasábamos el tiempo cuando éramos relevados en los turnos de vigilancia tanto en la ciudad como en la cueva, pude escuchar jadeos, jadeos que se aproximaban acompañados de muchas pisadas.

Apenas reaccioné, permanecí inmóvil, limitándome a escuchar lo que mis oídos podían captar por sí solos, sin necesidad de ejercer un esfuerzo por encontrar ondas de sonido.

—Hemos encontrado este hombre malherido en el bosque—dijo Skylar.

—¿Y por qué cojones lo traéis aquí?—preguntó James, agitado de ver que alguien podría descubrir nuestro secreto.

—Porque es el padre de Blake, huele a su gel de baño—impuso ella, y al instante mis sentidos se dispararon.

Levanté de un salto y corrí colina abajo, precipitada y arriesgándome por los enormes peñascos que alborotaban aquella zona.

Al hacerlo me agaché para resbalar de trasero. Todo salió bien, aunque mi tobillo rozó con una ortiga y comenzó a sangrar. No dolió, ni siquiera me importó, porque ya había llegado.

Lo que amansa las bestias (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora