Prólogo

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Despierto.

Me incorporo, y la enorme presión en mi estómago me hace vomitar. Ni siquiera veo lo que es, tan solo siento que algo malo, muy malo, me está ocurriendo desde hace unos días.

Salgo de la enorme cabaña y tomo aire fresco, observando cómo la luna llena comienza a dejarse ver.

Entonces, cuando parecía que comenzaba a sentirme mucho mejor, mi cuerpo vuelve a reaccionar.

Mi cabeza comienza a no poder soportar los constantes mareos. Camino, despavorido por el bosque, y me apoyo en el árbol más cercano.

Mi respiración se oiría a kilómetros de distancia, incluso alarmaría a cualquier lobo cercano si no fuera porque están festejando por la salida de la luna llena. No encontraré ayuda. Necesitaré que ésta venga a mí, y eso será imposible, o al menos hasta que la luna desaparezca.

Mis rodillas se flexionan casi inconscientemente y vuelvo a vomitar sobre el suelo cubierto de tierra y hojas. Además, comienzo a notar que se me saltan las lágrimas, incluso que mi nariz empieza a verter algo a través de ella.

Finalmente, mi cuerpo se desploma por sí solo.

"—Me has robado.

Una voz distorsionada hace eco en mi cabeza.

Siento que me he desplazado a un lugar extraño, oscuro y totalmente desconocido.

—¿Qué te he robado? ¿Quién eres?—pregunto, poniendo los brazos extendidos frente a mí para evitar chocar con algo.

Me es imposible ver nada, ni siquiera encendiendo mis ojos. Nada parece funcionar aquí.

—Tú me lo robaste todo—añade.—¡No deberías estar aquí!—exclama, y un fuerte pitido se adentra en mis oídos.

Los tapo, dolorido, e intento recordar. Sin embargo, no consigo ponerle rostro a la voz que me atormenta en lo que parece ser un extraño sueño o, más bien, una pesadilla.

O quizás no. Quién sabe. Todo es demasiado real aquí, aunque hace nada estaba muriéndome en mitad del bosque, yo solo, únicamente bajo la atenta mirada de la luna llena.

—¿No debería estar dónde? ¡No veo nada!—exclamo, perdido y desorientado.

Trato de dirigirme hacia alguna parte, pero ni siquiera sé si aquí hay algo más allá de la oscuridad.

—No deberías estar en ésta vida—impone.—Voy a matar a Bonnie. ¡La voy a matar!—grita, y mis oídos vuelven a estar doloridos.

Entonces, cuando los tapo, siendo que supuran algo. Sangre, supongo.

Y, al sentirla rozar mis dedos, comienzo a recordar. Mi mente se ilumina por un momento, para dar una chispa a una situación tan enigmática.

Tan solo la voz de una persona a lo largo de mi vida ha hecho que mis oídos sangren. Sí, la voz de Blake, aquella chica que se sacrificó bajo mis garras, cediéndome todo su poder. De eso hace más de cinco años y, por suerte, he conseguido rehacer mi vida. Bueno, quizás no del todo. Ella seguía apareciendo en sueños, pero sueños muy pacíficos en los que recordábamos momentos juntos, e incluso vivíamos otros nuevos.

Intenté, por todos los medios, que Bonnie no se enterara de ello. Ni siquiera sabe de su existencia. No hablamos de ella aquellos que llegamos a conocerla, pero todos sabemos que gran parte de su ser perdurará en nuestro interior para siempre.

Jadeo. Mi mente y mi cuerpo no se sincronizan. Quizás me esté volviendo loco.

—No, Dereck, no te estás volviendo loco. Estoy aquí. ¿Me echabas de menos?

Mis ojos se abren, más a la fuerza que por voluntad propia, y la imagen de alguien a lo lejos, iluminada por una tenue luz se acerca a mí. Es ella, la huelo. Sé que lo es. Pero... ¿todo esto es real? ¿Cómo averiguo dónde está el límite entre lo ficticio y aquello que es realidad?

Cuando está lo suficientemente cerca de mí como para poder ver su rostro con claridad, la observo durante unos segundos, sin quitarle ojo de encima. Lleva una enorme bata blanca, y su pelo está recogido con dos trenzas de boxeadora, como ahora se dice. Además, va maquillada. ¿Qué clase de sueño es éste?

—¿Pensabas que iba a renacer pálida? Si he vencido a la muerte, al menos me gustaría verme mejor que en mi anterior vida. ¿Crees que a Bonnie le gustará éste atuendo?—pregunta, agarrando la bata.—¿Demasiado provocativo?

—Creía que los sueños iban y venían en son de paz—afirmo, recordando todos ellos sucediendo noche tras noche, sin descanso.

—Te has olvidado de mí, Dereck—afirma, y su rostro cambia por completo.

De repente, sus ojos comienzan a derramar lágrimas, blancas y cristalinas.

—Blake...—musito, pero hay algo que me saca afuera de todo aquello..."

—¡Dereck! ¡Al fin!—exclama. Es la voz de Bonnie.

Toso una, dos y hasta tres veces antes de incorporarme de nuevo. La noche aún no ha pasado, pero está a punto de amanecer.

—¿Quién te ha hecho esto?—pregunta, señalando la sangre negra derramada junto a mí y mi rostro manchado.

Entonces, me llevo las manos a los oídos. Miro mis dedos y juraría que mi corazón se para por unos segundos al ver que la sangre está justo en el mismo lugar donde la dejé en la pesadilla.     

Lo que amansa las bestias (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora