Capítulo 38.

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Dereck

El tiempo pasaba. Ninguno de nosotros quería que la manada que provenía de La Luna Nueva supiera el secreto de Blake. Podría esconderlo si no se transformaba con ellos delante. Skylar me entendió a la perfección cuando le di mis motivos, y ella también nos dio su voto de confianza.

Todos teníamos la esperanza de que ninguna especie atacara a los ciudadanos antes de la guerra, pero no acertamos en ese aspecto. La noche se llenaba de heridos y gritos. Ninguno recordaba haber visto nada, tan solo una sombra negra, una persona, alguien corriendo, pero estaba claro que una persona no podría causar heridas de tales dimensiones, así que ninguno creía a los ciudadanos víctimas o testigos que informaban de ello.

Cuando el número de heridos y fallecidos comenzó a dispararse, se dio la voz de alarma. Los altos cargos tuvieron que tomar medidas para evitar que siguieran ocurriendo tantas tragedias continuadas. Nadie podría salir de su hogar salvo ocasiones específicas de gran importancia. El instituto permaneció cerrado, y mi manada buscaba todo el tiempo posible para emplearlo en entrenarse y prepararse para cuando llegara el momento.

Había pasado medio mes, y todo aparecía ir correctamente, exceptuando el terror sembrado en la ciudad por las muertes cuyo asesino aún no tenía rostro. Hayden, Jensen y Lucas se encargaron de permanecer escondidos y haciendo guardia en las calles de la ciudad. Así, los ataques de este supuesto animal salvaje desconocido para todo ser humano viviente se redujeron, pero continuaron.

Los padres de cada uno de ellos los obligaban a permanecer en casa, pero todos conseguían escapar de allí para reunirse hora tras hora con la manada.

Forjamos cada una de nuestras ideas a la perfección. Lo llevaríamos a cabo en silencio. No sería necesario matar si cedían. Si no lo hacían, sería nuestro primer recurso.

Visitaríamos primero a los Titans. Eran menos, y sería más fácil esconder a las demás dinastías que ya habíamos entrado en acción.

Después, si todo salía bien, iríamos a por los Bad Blood, aprovechando que su manada era más reducida que la de los Snow. Finalmente, conseguiríamos la victoria con éstos últimos.

Sabíamos que, si en algún momento las cosas se complicaban, usaríamos la fuerza sin dudarlo. Éramos fuertes, y algunos de nosotros sabíamos nuestra pequeña ventaja. Blake usaría parte de su otro poder, de su otra habilidad.

Entre tanta sangre, tantas lágrimas, Blake y yo nos veíamos cada noche, a las doce en punto, sobe la cumbre de la colina, escondidos tras un gran grupo de árboles.

—Después de todo, tú eres en el que más creo—me dijo aquella noche.

Sus ojos brillaban bajo la tenue luz de la noche, bajo aquella que nos enviaba la luna.

—Debes creer en ti misma, yo lo hago, yo creo en ti, y sé que lo haremos. Lo haremos juntos—le dije, completamente seguro de ello.

Estaba preciosa.

Nunca supe ser un novio humano, pero sabía ser la bestia perfecta. Ella sabía cómo amansar mi bestia. Ella es lo que amansa las bestias.

—Ha llegado un punto en el que he dejado de creer en todo—me confesó.

—En todo, menos en ti y en mí—impuse.

—Así es. He dejado de echarte de menos—sonrió y, emocionada, besó mi mejilla.

Pero últimamente sentía que su pulso no se calmaba con facilidad. Sentía que su organismo funcionaba demasiado rápido, su corazón la delataba.

—Blake, es más que eso. Hay algo más, y creo que no quieres contármelo—dije, y ella se juntó más a mi pecho.

Lo que amansa las bestias (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora